A urgencias, sin prisas : Una vez que
se ha elegido qué se va a preparar de cena, y ya se está cocinando, el día se vuelve tranquilo como un paseo por
la playa. Sería interesante poder recordar todas las
decisiones que se van tomando desde primera hora y que, como las patas de un
ciempiés, hacen que el día avance hasta este momento en el que ya no hay nada que pensar.
La espumadera hoy es el cetro del
rey de las urgencias que me gano por llevar a Daniel a primera hora al hospital
para ver el motivo de su dolor de garganta antes de que vayan a más su molestia
y mi impresión de padre despreocupado. La decisión parecía buena pero se
muestra precipitada cuando la doctora nos explica, sin prisas, (más a Daniel,
al que parece considerar el más despierto de los dos) que todavía no puede saber
si tiene que tratar con virus o bacterias y que cada caso pide una estrategia distinta
a la que solo le falta una pizarra con equis y flechas para ser invencible.
Hasta las enfermedades necesitan su
tiempo de cocción, como las hamburguesas que se van dorando en la plancha.
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