miércoles, 5 de septiembre de 2012

La piedra del deseo




La piedra del deseo : Hay días tensos, fértiles como el vientre de una embarazada, y otros, como hoy, que se quedan con ese aire de triste desperdicio del condón en un descampado. Qué le vamos a hacer.

Algo interesante sí que ha habido : la lectura de un capítulo de “Los libros de mi vida”, de Henry Miller , sobre los escritores que le han influido, en el que encuentro algunas frases sugerentes. “Nada hay más difícil en la vida que aprender a no hacer otra cosa que lo estrictamente ventajoso para el propio bienestar, lo estrictamente vital”. Lo que más me gusta es lo que dice cuando deja la literatura de lado. Aquí va otro ejemplo. “Algunos hombres nunca llegan a conocerse a sí mismos ni a conocer lo que motiva su conducta. Son la mayoría de los hombres, en realidad. En otros, en cambio, el sentido de destino es tan claro y tan poderoso que difícilmente parece haber cabida para alguna elección; crean las influencias necesarias para cumplir sus fines”.

Entro en el aparcamiento del Mercadona con la impresión del primer párrafo en el cuerpo y las ideas del segundo en la cabeza. Una extraña mezcla. Noto cierta tensión entre ambos, como si hubiera unido dos vestuarios rivales. Los dos tratan de imponerse y yo me dejo llevar en esa pelea doméstica ante la que no pienso tomar parte. El descenso a la tercera planta es tan metafórico como real. Hay mucho sitio libre porque el resto de la gente se maneja bien con su alegría de cerveza y plato de patatas y todos se pelean por un hueco en la primera planta : uno no humilla un BMW haciéndolo descender.

Me bajo del coche y me encuentro un carrito solo. Mi fin era hoy comprar en el Mercadona y ahí se me ofrecen las condiciones para hacerlo. No tengo ni que utilizar una moneda. Tal vez tendría que haberme tomado más en serio eso del destino; haber lanzado más lejos la piedra del deseo. 

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