Retorno al Paraíso : Todavía no tenemos estores en los cuartos de los enanos porque,
siendo necesarios, no son urgentes : al fin y al cabo está la persiana, ese
párpado de armadura que cumple la misma misión con eficacia militar. Ya
encontraremos un hueco para ir a una tienda y buscar unos estores que maticen
la luz para que caiga sobre los objetos con la suavidad de azúcar glasé. Y tal.
Por la noche veo algunas ventanas
enfrente sin cortinas. Las escenas que muestran no habrían inspirado mucho a
Hopper, que de todas formas se inventaba todo lo que pintaba. Hay un señor sin
camiseta que observa una pantalla mientras otra le ilumina por detrás. Eso es
todo. Deberíamos exponer un poco más la intimidad para hacer comunidad. De eso
saben mucho en el norte, donde puedes pasear por la calle a esa hora en la que
la gente cena y saltar de mesa en mesa como ese personaje de Cheever que iba de
piscina en piscina. Aquí somos muy tímidos.
Quizás es los vecinos de enfrente
esperen que nosotros movamos ficha para hacer ellos lo mismo. Y nosotros les
miramos deseando que sean ellos los que den el primer caso. En esta situación de
bloqueo nos sería útil una familia de nudistas que nos mostrara el camino. Al
principio podría ser un poco raro, como asistir a la vida dentro de un
escaparate, pero poco a poco la mirada perdería su punto lascivo, como les pasa
a los chicles con su sabor, y entraríamos en una fase de educativa
contemplación, como si todas las ventanas estuvieran rodeadas por el cuadrado
amarillo de National Geographic.
Cuando llegue ese momento, podré
salir desnudo al balcón y, asomado, recorrer cada uno de los pisos de enfrente
para ver cómo se organizan su vida. Algo parecido a esas tiendas de animales en
las que todos están expuestos sin ningún filtro. Será el reality definitivo. El
retorno a ese Paraíso en el que nadie tenía nada que ocultar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario