La hora de los planes viables : A la hora de las copas, las dos mujeres van
exponiendo sus ideas para montar su negocio. Las dos son financieras, así que
están acostumbradas a trabajar con números y a saber que, al final, lo que
importa es lo que ellos digan. El camarero espera detrás de la barra, con los
brazos cruzados, y con el gesto del que trata de pensar en cualquier cosa menos
en lo que le queda hasta cerrar, marcharse a casa, y acostarse. Las ideas son
originales y divertidas, pero no creo que sobrevivieran fuera de esta hora, de este
ambiente que compartimos dentro del local y en el que cualquier proyecto parece
viable, capaz de asegurarte la vida fuera de una gran empresa. Los dos hombres,
que nos hemos pasado la tarde hablando de cine, vamos desechando cada proyecto
con cuidado, como el que le anuncia a un niño, atento a un televisor, que ha
llegado la hora de irse a la cama. Puede que el camarero haya escuchado muchos
planes como éstos. Es probable que él mismo tenga uno que llevar a cabo. Es
difícil dar con esa idea capaz de mantener viva cierta vocación y sacar la
cabeza para tomar aire en un cash plan. En cualquier caso, me parece una buena
manera de emplear este rato, de reírnos, de proponer pequeñas dificultades. Así
estamos hasta que salimos a la calle a despedirnos de los demás. El camarero,
con rápida eficiencia, va metiendo dentro del local las mesas, las sillas, los
pesados pies de las estufas verticales.
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