La precisión del viento: Ya no queda
rastro de esa línea curva del verano por la que se deslizaba el sol en una
brillante gota densa. El otoño se acumula en las esquinas, que vuelven a estar
presentes. Se va amontonando lentamente hasta que el viento, cortado por la
arista de un muro, se vuelve más ágil y preciso y alcanza a levantar todas las
hojas.
Se acabó el reposo del calor: las
ideas vuelven a agitarse.
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