sábado, 12 de octubre de 2013

Los minutos previos a los postres




Los minutos previos a los postres: Es un placer ver la mesa llena de platos de los que servirte guiándote solo por el capricho, sin orden, como el paseo del gato que camina por debajo de las sillas y después se va deteniendo en esos puntos en los que el sol debe tener un matiz especial que solo él sabe apreciar.

Abrimos tres botellas de vino. Cada una, en uno de esos milagros desacostumbrados, es capaz de atender todas las copas que la reclaman, vaciándose solo cuando se propone la siguiente y todos aceptamos a la vez. Tenemos todo el vino, el sol, el tiempo que queramos: estamos aquí para experimentarlo sin el corte de la urgencia.

Solo nos detenemos antes de que se sirvan los dulces. De manera gradual, todos nos levantamos con una excusa que no damos y la mesa se queda vacía. Después veo que cada uno tiene su motivo. Acariciar al gato. Buscar unos hielos. Asomarse a ver qué hacen los niños en la plaza.

Yo me acerco a un barreño con el agua afilando el borde. Me fijo en las gotas que se van llenando de tiempo hasta que se sueltan y caen. Y otra vez. Este es mi plan para ese rato mientras terminan de preparar la bandeja de los postres.

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