El lomo cansado de la ballena : Esta vez cierran la calle para los patinadores, que la suben y bajan
rápidamente mientras algún municipal le explica a un conductor impaciente por
qué no puede pasar.
Me gusta ver cómo aligeran la calle
con la velocidad, rejuveneciéndola. Parece que con su patines le fueran dando
un masaje, eliminando esos nudos de tiempo que los atascos cotidianos han ido
acumulando en diferentes puntos que, por
haber conducido por ella tantas veces, conozco muy bien. Cada pasada parece
encontrar menos oposición y, aunque el cansancio debería ir notándose, se les
ve más afilados.
La mirada también siente el efecto
de los patinadores. Todo se vuelve más nítido y preciso porque todos los gestos
de los patinadores en busca de la velocidad tienen sentido. Si solo fuera una mera
sucesión de acrobacias, ya no sería lo mismo. El borde del domingo brilla.
El que ha salido a por el periódico es el que más ayuda, con su paso lento, a que la velocidad de los patinadores aumente.
El que ha salido a por el periódico es el que más ayuda, con su paso lento, a que la velocidad de los patinadores aumente.
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