La noche de las palabras medio llenas : En la fachada de un hotel brillan las letras o, te
y ele. La hache y la e están apagadas, tal vez fundidas. Depende del momento en
el que te hagas la preguntas, verás la palabra medio llena o medio vacía. Medio
vacía como el restaurante en el que tomamos un arroz. Medio llena si, como
nosotros, para cenar tienes que esperar
mesa en este local en el que los camareros, con su nombre a la espalda, no
dejan de moverse con rapidez entre las mesas. Pescaíto, gambas blancas del
Mediterráneo, cazón, sepia empanada, ensalada de atún y pimientos con cuatro
copas de vino, una botella de agua y un refresco de naranja por cuarenta y tres
con diez euros. El camarero que nos atiende lleva escrito José detrás. Todavía
tiene tiempo de bromear un par de veces antes de meterse en una cocina en la
que, por lo que vemos en el instante en el que las puertas permanecen abiertas,
la tensión también es alta. Empezamos a cenar en el momento en el que el Madrid
de baloncesto pierde la Liga en el último partido contra el Barça pero eso no
me va a afectar. Al terminar la cena me inclino por ver todas las palabras que
también están en el filo medio llenas. Y para que siga siendo así, buscamos un
sitio en el que tomarnos un helado en este momento en el que las olas empiezan
a llegan a la orilla más despacio.
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