La embajada española del barrio : Las tiendas
de chinos son las únicas que, hoy que juega la selección, lucen banderas de
España en la entrada, convertidas así en una especie de embajadas que nos
dejaran a los demás el papel de extranjeros en nuestro propio barrio. Cuesta
vencer el impulso de entrar en cualquiera de ellas para echar un vistazo y
llevarse a casa, de recuerdo, un toro con una camiseta roja, la miniatura de
una bota de vino o unas castañuelas que se puedan utilizar como cenicero.
Por la noche, la selección pierde
contra Chile en un partido en el que los jugadores siguen viendo holandeses por
todas partes, como esas manchas que persisten en los ojos cuando se mira
fijamente el sol. Los chilenos salen a jugar con un empate a cero en un
marcador en el que los españoles siguen viendo el cinco del partido anterior.
Poco tiempo para arreglar una brújula que a cada jugador de la selección le
señala el norte en un sitio distinto.
Cuando acaba el partido me acuerdo
de los que trabajan en la tienda de chinos. Pienso que debería pasarme mañana a
animarlos un poco y a recordarles que no deben olvidar que su selección se
llevó la Copa del Mundo en el anterior Mundial, que hay suficientes jugadores
como para volver a ser competitivos y que tienen motivos para seguir andando
con la cabeza bien alta en este barrio de extranjeros que mañana, sin
problemas, elegirán a qué selección animarán.
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