Ojos de chocolate : Paro en segunda
fila para que Daniel salga a comprarse la merienda en la pastelería. Claro que he
traído tengo un sano sándwich de pavo con pan integral. Claro que sé que lo que
se compre no va a ser tan nutritivo. Claro, en fin. Pero no se trata de
alimentarse : la moneda de dos euros en la mano derecha, la mirada que se pasea
por todos los bollos que se ofrecen sabiendo que cualquiera queda cubierto con
el dinero que tiene, el tiempo sin prisas, la ausencia de un adulto que
cuestione su elección, el olor dulce, la espera tranquila de la dependienta.
Al subir al coche me enseña un
rostro formado por dos galletas superpuestas rellenas de un chocolate que forma
los ojos, la boca y la nariz. Sé que su primera intención al comprarla ha sido
agradecer al pastelero el que se haya tomado la molestia de hacer algo
distinto. Me parece un buen criterio. Para mantener las formas, le digo que
tiene que comérsela entera y él me dice que sí, que claro.
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