Oro para el segundo : La piscina está
vacía y Lucia y yo podemos disfrutarla hoy como arranque de las vacaciones.
Metido en el agua, de espaldas a la piscina, veo cómo Lucía va lanzando los
aros. Cada uno de los cuatro aros tiene escrita una cifra y el que, al
recogerlos del fondo, sume la mayor cantidad, gana.
Después de dos series respetando
las reglas iniciales, Lucía, con la libertad de saberse de vacaciones, empieza
a improvisar. Gana el que coja primero el aro rojo. Gana el que se haga con el
que está más lejos. Gana el que encuentre el último en caer. Gana el que los
deje antes encima de la toalla. Todas esas reglas las descubro cada vez que le
entrego mis aros, viendo cómo no puede dejar de reírse por el descaro con el
que hace que todo lo que la beneficie. Para que el placer sea completo, cada
vez que pierdo tengo que fingir mi enfado con unos matices que deberían ser
reconocidos.
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