Los albañiles de la Torre de Babel : Algo
en el coleccionismo de temas de la Naturaleza recuerda al esfuerzo por levantar
la Torre de Babel para ponerse al nivel de Dios. El coleccionista pretende
abarcar, con lo que va acumulando, todo lo que existe en el mundo de su
especialidad, que es como decir todo lo creado. Ese continuo esfuerzo lo va
acercando a una peligrosa situación en la que, como si ascendiera él mismo por
la Torre, se aproxima a la mirada completa de Dios, que de cualquier colección
sobre la Naturaleza que se pueda proponer, tiene lo catalogado y lo
descatalogado. El castigo por intentar llegar al último de los pisos ya lo
conocemos.
Por eso frente a la colección
todavía incompleta de insectos de Daniel hay dos caminos. El que recomienda
dejarla como está para disfrutar de lo que ya se tiene, perfectamente guardado
y catalogado; y el que empuja a terminarla y a buscar otra más con la que
completar a ésta. La elección está clara porque hasta los albañiles de la Torre
de Babel sabían que aquello que no se termina no existe.
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