La bisutería del
anzuelo : Los pendientes están expuestos como anzuelos capaces de atrapar dos
presas: la primera es la mujer que los compra, después el hombre que se fija en
ellos. Supongo que las mujeres que curiosean en el puesto hacen esa valoración
y que en su elección también influirá el tipo de hombre al que suponen
apreciándolos.
Sin apenas darme cuenta de que lo
estoy haciendo, en los pocos segundos que paso mirándolos me imagino qué clase
de mujer llevaría unos pendientes así. Ese pequeño momento de consciencia es una
indicación de que dentro del inconsciente las ramificaciones de esas combinaciones
de formas, colores y materiales van hundiéndose como un árbol que fuera
desarrollando sus raíces a la velocidad de la luz. Es posible que ahí cada uno
de ellos tenga ya una ficha sobre el perfil de la posible compradora: unas
impresiones sobre su carácter, su forma de divertirse o su tenacidad. Todas
esas operaciones permanecen ocultas y sólo dejan salir a la superficie una
opción que resume todo en un “me gusta” o “no me gusta” como una indicación,
aunque no sepamos de qué. Básicamente, la decisión ya la han tomado por nosotros.
Seguimos caminando.
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