Una conciencia limpia no necesita puertas :
La cena, grito al pasillo.
Para crear una situación
inquietante, al final del pasillo Kubrick habría colocado a dos niñas
(igualicas), pero aquí, en una casa no muy grande, el truco no habría
funcionado porque estamos acostumbrados a encontrarnos a los mellizos por todas
partes.
Lo raro habría sido justo lo
contrario. El salón vacío. La cocina. Sus cuartos. Eso es lo que provoca
desconcierto. Tan afectados nos deja el tema que en las películas de miedo no
nos quedamos tranquilos hasta que aparece el espíritu vengativo de un asesino múltiple
que no descansa en paz (pobriño): en el momento en el que los demás gritan
nosotros nos relajamos porque el espacio ya está habitado y eso es lo
importante.
Uno de los dos está en el baño. Le
grito que es hora de cenar. Deberían cerrar la puerta, pero desde que
aprendimos en Escocia que el que tiene la conciencia limpia no pone ni cortinas
en su casa para ocultarse, aquí hemos dado un paso más allá.
La cena, vuelvo a gritar.
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