La inaprensible
voluntad de los objetos : No sé si los objetos tiene alma, pero de lo que sí
estoy seguro es de que poseen voluntad. En casa aparecen y desaparecen sin
avisar, como si el lugar les perteneciera y tampoco tuvieran que dar ninguna
explicación. De los platos blancos que tanto nos gustaban ya no queda ninguno:
una noche, en la cena, descubrimos que solo quedan los negros. Ni rastro de los
blancos. Elaboramos un par de hipótesis rápidas sobre lo que puede haber pasado
y continuamos con la cena sin pensar más en el tema.
También hay objetos que aparecen.
La botella de agua de plástico, al lado del bote de aceite, es un buen ejemplo.
Siempre hay una. Quizás sea algún tipo de intercambio entre casas y ahora en
una en la que echan de menos sus botellas tienen, a cambio, una buena colección
de platos blancos, levemente hondos, perfectos para servir cualquier tipo de
comida. La botella cambia de tamaño cada día. También varía la cantidad de agua que
tiene. La miro, le quito el tapón, me la bebo y la tiro a la basura sabiendo
que mañana habrá otra botella de plástico en el mismo sitio. También pienso en
un par de teorías, pero no insisto demasiado en ellas.
No vamos a pretender entenderlo todo.
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