Un cepillo para amansar la tarde: Solo
hay un momento en el que Lucía, que suele hacer un movimiento elusivo estilo
Matrix cada vez que ve acercarse un abrazo o un beso o una caricia, baja la
guardia. Después de desenredarse el pelo me deja que se lo seque con el secador
mientras se lo cepillo.
Sin girar la cabeza se lleva las
manos a las puntas para ver si están ya listas. Le digo que espere un poco más
y bajo la potencia del secador para alargar este rato.
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