Los disfraces de la serpiente : La
manzana está encima de la mesa, pero la serpiente ya no se encuentra a su lado:
me espera en el cajón de los dulces, contenta al descubrir que vuelvo a abrirlo
con cara de hambre. Ha evolucionado mucho la serpiente. La veo, con diferentes
disfraces, en los dibujos de las cajas de las galletas con chocolate blanco, y
en los de las barritas con cereales, las galletas que llevan
canela, los
batidos y en los que aparecen en las cajas de las galletas variadas. Frente a este mundo tan divertido, la
manzana se queda asociada al castigo, al régimen, a la privación. Nadie se
pelea por la última manzana, pero sí por las galletas que quedan en el fondo de
la caja.
Es posible que haya que empezar a
recordar historias sobre la manzana para que pueda competir con las de la
publicidad, que parece tener la batalla ganada. Es cierto que no ayuda mucho lo
que sucedió con Eva ni que, en manos de Paris, dieran origen a la Guerra de
Troya. Eso es quedarse en el principio. La manzana ha sido capaz de superar ese
mal arranque con finales excepcionales: Hércules logró la inmortalidad al
robarles a las ninfas las que custodiaban y fue en Avalon (del galés afal,
manzana), ese paraíso de huertos de manzanas, donde Arturo y Merlín renacieron.
Así que es posible que por culpa de las manzanas existan lunes como hoy, pero
también guardan la promesa de una eterna sucesión de domingos si se vence la
tentación del dulce y se le da un bocado.
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