jueves, 14 de noviembre de 2013

Clases de papiroflexia china




Clases de papiroflexia china : Con un niño de nueve años, el camino más corto para no obtener una respuesta es hacer una pregunta. Es mejor hacerse las preguntas en silencio e ir colgándolas en una percha como corbatas. Un día, por las buenas, te cuentan algo que hace juego con esa corbata que tenías olvidada y ya tienes tu duda satisfecha.

Así que la mejor manera de no saber qué tal les van las clases de chino con la nueva profesora es abrir la puerta y decir que qué tal les van las clases de chino con la nueva profesora. Para ellos supone una entrada violenta en su intimidad tan amplia como el tamaño de la puerta en la que me apoyo esperando su respuesta.

Esperando.

Deberían entender que queramos saber algo. No es solo por el dinero (el saber ocupa, precisamente, ese lugar que deja el dinero que quitas de tu cuenta). Tal vez la profesora les esté transmitiendo ideas revolucionarias. Tal vez todas estas profesoras sean una quinta columna que favorezca la expansión de la empresa china por el mundo: Disney lo hace con una cadena propia y los chinos a través de sus libros de estudio. Tal vez estén analizando las contradicciones del sistema, la debilidad de nuestra economía y las ventajas de apoyar, defender y participar en la expansión china por el mundo en busca de recursos y de mercados, limitando cualquier labor crítica. Qué sé yo.

Tal vez, lo que les esté enseñando no sea chino y por eso no se dejen examinar cuando le pido a google que traduzca y pronuncie una palabra al azar para ver si ellos la saben.

Espero y cierro la puerta.

En la mesa del salón hay dos figuras de papel para jugar. Se encajan en los dedos y las abres y las cierras, igual que la boca de un animal, tantas veces como el número que te da el otro jugador. Cada punto en el que te paras tiene una palabra en chino con la traducción detrás.

Alguien que piensa, propone y juega a eso no debe ser mala profesora.

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