El perro con la lengua azul : Durante
unas cuantas noches pretendemos dejar de lado los cuentos y dedicarnos a
la ciencia un poco, para equilibrar. A Daniel el plan le parece bien siempre
que aparezcan animales, que, por lo que veo, son la base de la naturaleza:
podemos empezar hablando de lo que queramos si terminamos con algún bicho.
El libro elegido se titula “50 Animales que han cambiado el curso de la Historia” y doy el visto bueno cuando veo que no
han incluido a Materazzi, que no van por ahí los tiros. Supongo que la contribución del elefante es obvia, pero ¿la mosca española?, ¿el pavo?, ¿la carpa?.
¿Y la cañadilla?. Son solo dos
páginas, pero ahí está. Empiezo a leerlas con atención. Bolinus Brandaris. De
este humilde bicho se obtenía una secreción que se utilizaba para fabricar un
tinte azul conocido como “púrpura de Tiro” y que fue uno de los cimientos de
los fenicios. El tinte no solo era vibrante, sino muy resistente a la
decoloración. Bla,bla. El reproche silencioso de Daniel, que me mira con
tensión de cobra, me recuerda que se trata de una lectura compartida: el
vínculo entre el hijo y el padre a través de la lectura antes de dormirse y que
lo suyo es que lo haga en voz alta.
Le hago un resumen de puré, evitando
palabras finas y afiladas como : hipobranquial, rádula o secreción. Cuando
termino de exponer la historia (la palabra fenicio se la traga sin problemas: a
saber qué se habrá imaginado al escucharla) los dos nos quedamos callados.
Reyes, comercio, lujo, dinero y comerciantes alrededor de la cañadilla. Mucha
historia para tan pequeño animal.
Pero lo que más nos gusta es la
leyenda que explica cómo fue descubierto el tinte, la que habla del paseo de
Hércules y su perro por una playa y cómo al perro, al morder unas cuantas
cañadillas, se le puso la boca azul. Quizás sea lo menos científico, pero
pasamos un buen rato poniéndole y quitándole detalles. Hay que aceptarlo : una
buena historia es el mejor postre de la ciencia.
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