Granja de naranjas : Pocos momentos en el día como éste a las seis y media de la mañana en el que me acerco a la cesta metálica en la que están las naranjas y las observo. Piel fina, repletas de zumo. Me gusta verla llena, con naranjas de sobra para hacer treinta o cuarenta vasos. Todavía no he puesto la radio. Todavía no que colocado los vasos en su sitio. Todavía no he terminado de vestirme. Todavía hay algunas partes de mi cerebro que se están encendiendo, como esos tubos fosforescentes que tardan en iluminarse. Todavía no he separado las cosas que sé que tengo que hacer y voy a hacer de aquellas que sé que tengo que hacer y que no voy a hacer. Todavía no he buscado eso que me anime, eso que haga distinto el día. Todavía no me he puesto las zapatillas. Todavía no he pensado qué me voy a llevar de comer. Todavía no he recordado qué es lo que hace que esté tan enfadado conmigo mismo. Todavía no he calculado cuánto queda para el siguiente plan que me atrae. Todavía no he terminado de sacarle punta al tuit que ayer dejé a medias. Muchas cosas por hacer, pero lo primero es lo primero : asomarse a esta valla y ver todas esas naranjas amontonadas. La base sobre la que se puede construir un día.
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