El continuo ascenso hacia la botella : El
litro de diésel está a 1,399. La próxima vez que pare aquí habrá subido a uno
con cuatro, pero hoy todavía se mantiene en el filo, como dándonos la
oportunidad a los que venimos a repostar a las siete de la mañana de
despedirnos de esta franja del uno con tres.
Mientras echo gasolina, temo que el
precio cambie en cualquier momento. Tal vez solo haga falta que algún trader
estornude frente a su pantalla para que todos los surtidores reaccionen dando
ese pequeño paso adelante. Intento hacer todos los gestos con cuidado para que
un pequeño roce no lo provoque. Los precios que son ajenos a la demanda y
siguen subiendo a pesar de que ésta caiga, tienen estos comportamientos de diva
caprichosa.
Suaves son mis movimientos.
Tranquilos mis pasos para que los pájaros no echen a volar. Educadamente doy
los buenos días a la cajera que coge mi tarjeta. Chucherías. Revistas. Chicles
en oferta. Cuando me tiende el terminal para meter el número, veo que el precio
no ha cambiado todavía.
Le hago una foto al surtidor. Llegará
el día en el que vendremos a por gasolina con una botella de cristal y los bolsillos
llenos de monedas, como esas lecherías de antes a las que iban nuestros padres
a comprar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario