Los círculos de Barrio Sésamo : Me
invitan a una cata de los albariños de “Paco & Lola” en “Fotomatón”. ¡Un
miércoles!. No puedo ser objetivo en mi apreciación porque en cada sorbo se
mezcla todo. El primero me sabe a miércoles. El segundo a escapada nocturna. Y, a partir de ése, los demás a
tiempo libre, a lujo, a buen ambiente, a conversación, a compañía.
Termino bastante animado, con
cuerpo de coctelera, en un asiento del metro, envuelto por ese silencio mullido
que desprende la gente que, agotada, va a descansar. Tanto los dueños como sus
móviles están fuera de cobertura.
Uno de los efectos colaterales de
una cata intensa es que acabas fijándote en detalles que normalmente pasas por
alto porque la vida tampoco exige que te detengas en todo como si el Ser hablara
a través de cada objeto. Pero ha sido una cata meticulosa, lo admito, y ando
valorándolo todo con una mirada que derrapa por todas partes.
La botella tiene una etiqueta con
una serie de círculos ordenados en filas. Me acuerdo de una serie parecida que
aparecía en “Barrio Sésamo” : iban apareciendo y desapareciendo sobre una
pantalla hasta que al final la completaban. No sé qué fin pedagógico tenía esa
sección que cortaba el ritmo de cada capítulo.
Lo que sí descubro gracias a la
inmensa cata que llevo dentro (soy el hombre cata) es que si coloco esa botella
en uno de los asientos de metal con perforaciones en forma de cuadrados que hay
en el andén, el contraste bien merece una fotografía y me desvela el mensaje de
la etiqueta, elegantemente oculto a pesar de estar a la vista : el vino está
para convertir esos cuadrados que conforman la realidad en pequeñas esferas que
permitan que la vida siga rodando. Me parece una interpretación fantástica y
muy profunda a la que debo volver en condiciones de cata-cero para comprobar si
sigue en pie
Claro que sí. Y salgo a la noche de
Madrid con una botella de albariño en la mano.
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