domingo, 24 de noviembre de 2013

La silla del ocioso



La silla del ocioso : En una mesa de carnívoros me pido el bacalao porque, no sé, me imagino una cocina con los expertos en preparar la carne saturados mientras el del pescado espera sentado en una silla, pensando en la revisión pendiente del coche, en que por primera vez debería aprovechar uno de esos vales que te entrega la cajera del Carrefour, en cómo encontrar un rato para ver “La gran belleza” después de haber leído la crítica de Marchante, en una excusa para llamar a su madre. Me lo imagino con el cansancio del banquillo, esperando la excusa para ponerse de pie, en marcha. Y esa excusa se la doy yo y la aprovecha para preparar un gran bacalao. También podría haber pedido la carne porque sé que mi preferencia por el pescado se interpreta como una forma de marcar distancias, como el que, brindando con los demás, pide blanco en vez de tinto. Pescado Vs carne. Pero cuando el camarero me sirve el bacalao sé que todo lo que me he imaginado es cierto y que no me he equivocado. El mundo se convierte en ese plato y lo demás se va difuminando. Como concentrado, disfrutando, abandonándome. Pienso que tengo que pasar la revisión del coche, pienso en los vales del Carrefour que acumulo en la cartera, pienso en las palabras de Marchante, pienso en que tengo que llamar a mi madre.

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