El plan B de mi nacimiento : Una de las
primeras cosas que te encuentras al entrar en una ciudad en Galicia es su
tanatorio, como indicando que el tema de la muerte no solo no se elude, sino
que está presente, formando parte de la filosofía cotidiana. Así, cualquier
acción, por mínima que parezca (sentarse en una terraza a mojar un cruasán en
un café, ir al Mercadona a por judías o gritarle al niño que si se cuelga así
del columpio se va a abrir la cabeza), adquiere el significado del que sabiendo
que es mortal, ha elegido precisamente hacer eso. Hechos que, en otra ciudad,
sin tanatorios a la vista, donde la gente se levanta pensando que solo los
demás se mueren, no tienen esa carga existencial.
Por eso no me extraña que,
envueltos en esa presencia de lo transitorio, en una obra me encuentre con la
señal de “Perigo indeterminado”. Una advertencia que no hace referencia a lo
que te puede pasar si traspasas las vallas de la obra, sino a lo que sucede
fuera de ellas. En la vida, en general. Cómo no lamentar no haber nacido
también aquí.
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