Lecciones desde la retaguardia : Todo el frente, armado y decidido, se ha expandido
por el mundo dispuesto a conquistar el espacio y el tiempo a la vez. En la distancia
que da la retaguardia, bajo la sombrilla de una terraza en el agosto de Madrid,
se descubre rápidamente que no se puede perseguir uno sin sacrificar lo otro. Es
la enseñanza que acompaña a la copa de vino que se pide, sobre todo, por un
tema estético. Las opciones de la ciudad, ya conocida y con casi toda la oferta
cerrada por vacaciones, son limitadas y no exigen que la recorramos. Abandonado
el espacio, el tiempo se vuelve nuestro, abundante. Se puede desperdiciar. Hay
más. Y más. Cuando se termine solo hace falta sentarse en otra terraza.
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