El recorrido de la aguja : El flan
llega en un gran plato de cristal redondo con irregulares estrías concéntricas.
El resto de los platos han venido repletos de comida, así que éste llama la atención
porque el flan no trae ningún acompañamiento. Solo un flan. Una pequeña isla en
un mar de cristal.
Me gusta esta lujosa desproporción.
El plato parece la forma que tienen desde la cocina de decirnos que van a
respetar el tiempo que le llevaría a una aguja recorrerlo si fuera un disco. Durante
ese imaginario viaje de la aguja, nadie va a venir con la cuenta a
importunarnos porque esta charla de
la sobremesa es, también, parte de la comida. Quizás la más importante.
Pero hay cuatro niños en la mesa y
es tarde. No vamos a dejar que la aguja descienda. Tampoco creo que supiéramos crear
alrededor de ese flan una conversación que estuviera a la altura de lo que hemos
comido. Hacemos una señal al camarero y pedimos la cuenta.
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