La transparencia del frío : El
Cantábrico, sin embargo, te baña por dentro. Y hay que ganárselo. Vencer la
resistencia del frío, de las olas, avanzar por poco a poco sabiendo que este
mar no te necesita. Le basta con el juego de sus mareas. Ni siquiera te
considera una amenaza: en el agua que el frío hace más transparente los peces
te rodean y te desafían hasta que tratas de atraparlos y entonces te recuerdan
que no merece la pena perseguirlos. Quédate quieto y se acercarán. Un
rato después sales temblando de frío pero aliviado.
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