Boxeo de sombra : Son las cuatro de la
tarde y no hay nadie en los columpios. Ni madres sentadas en estos bancos
tejiendo con sus conversaciones esa red que les da seguridad, ni niños dándole
a la zona un punto de efervescencia con sus juegos.
Daniel me pide que le haga compañía
un rato en uno de los bancos. Hace calor y me siento igual que si estuviera en
una feria con todas las casetas cerradas. Es un momento para no hacer nada,
pero a Daniel le da igual. Se acerca al columpio, se sienta y empieza a darse
impulso con el cuerpo y las piernas : hace tiempo que yo ya no soy necesario.
La sombra que le sigue por el
suelo, conforme se acerca y se aleja, está muy bien definida. Pienso entonces
en los boxeadores que se preparan peleando contra un rival imaginario. Daniel
en el columpio también hace sombra. Se trata de entrenarse para mantener ágil y
en forma ese impulso de querer probarlo todo que convierte la realidad en algo que
está ahí para ser disfrutada. Estos columpios que se le ofrecen, por ejemplo.
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