La hora de los mercadillos : En una de las rotondas del barrio ha aparecido una pieza de
artillería que apunta a las cuatro torres de la ciudad deportiva. Una día no
había nada y al día siguiente me
encuentro con esto. Como nadie nos ha consultado a los que vivimos aquí,
supongo que habrá razones que justifiquen este movimiento. ¡Será por razones!
No entiendo mucho de artillería ni
de decisiones de Estado Mayor, pero la pieza parece vieja. Quizás en el cuartel
que hay cerca ya no tienen dinero y realmente la han sacado para enseñarla y ponerla
a la venta, como hace de vez en cuando Mourinho con Kaká. No es de extrañar :
los de Telefónica, que no andan lejos, también han hecho lo mismo con su
edificio. En lo que se cumple el mantra presidencial (vamos a arreglar la
situación de los bancos para que el crédito empiece a fluir a las empresas y
las familias) todos vamos sacando lo que tenemos en casa para montar un mercadillo
y asegurarnos ese flujo por otros métodos (no es que desconfiemos del
Presidente : es que parece que a los bancos, cachis, se les quedan pequeñas las previsiones
cada quince días)
Esas escenas de cajas con artículos
que solo aparecían en las películas infantiles americanas para que el
protagonista perdiera algo importante (plot) que le diera un empujón a la
historia (otro plot), van a empezar a reproducirse aquí sin mucho glamour
porque no anda Pixar detrás. Todavía nos quedan algunas rotondas para convertir
el barrio en un museo a la venta. Es cuestión de esperar.
Pero, volviendo a la pieza de
artillería, tengo la impresión de que han arrancado la subasta con un elemento
cargado de historia. Como un reloj roto del que un abuelo puede hablarte
durante horas. Puede ser que no funcione o que lo haga con una munición que
solo se encuentre por eBay. Sería una compra más bien sentimental que rozaría
la adopción. La oferta no es mala, pero ayuda poco que la bandera que la
acompaña sea pequeña, como si ese fuera el tamaño máximo que pudiera defender.
Puestos a vender, habría que colocar una bandera grande, orgullosa, tranquila :
son las joyas que lleva encima la anciana lo que le da valor al pequeño perro
que la acompaña. ¡Orgullo!
Si yo tuviera dinero, la compraría
en la subasta sirviéndome de un intermediario que, en el momento apropiado,
realizaría la puja definitiva llevándose la mano al sombrero con una elegancia
que yo no tengo. Una vez mía, no la cambiaría de sitio ni pediría que le
grabaran mi nombre. Me bastaría con orientar su cañón hacia otro lado : a ver
si, por una tontería, el día que Kaká realice el partido de su vida y alguien
se fije en él, se dispara el cañón y ahí donde había un posible traspaso aparece
un agujero humeante.
Mientras tanto, alguien podría
marcar la sombra del cañón para usarlo como reloj solar.
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