Filetes de crowfunding sin espinas : Mi madre
tiene su kindle a reventar : toda la literatura universal apilada en lonchas.
Creo que su generación se ha tomado esto de los libros electrónicos con
cierto aire de venganza. Tantos días dedicados a quitarles el polvo uno a uno a
los libros del salón que nadie leía y ahora basta con pasarle a la pantalla el
trapito de las gafas y listo. ¿Cómo no cuidar y sacarle todo el partido a este
electrodoméstico que les ha ahorrado tanto tiempo?
Me cuenta lo que ha leído y lo que
tiene pendiente. Todos son novedades que se pasan las amigas en sus talleres de
manualidades o de cata de vino con una soltura de quinceañeros tecnológicos, lo
que quiere decir que si el tema ya se ha instalado en estas edades, la solución
no va a ser muy sencilla. Directamente : no va a ser. Me dan pena los
escritores. Después me doy yo pena, porque en el desfile, detrás de los
escritores de verdad, vamos los blogueros. Bastante por detrás, pero vamos.
-Mira – me dice mi madre. Aprieta
un botón y veo en la pantalla todos los libros que ha leído. Muchos.
Le cuento que me he comprado un par
de libros, que me sigue gustando lo de tenerlos en las manos. El toque
sentimental, por si la ablando un poco. Ella me mira un poco extrañada, como si
le sorprendiera que alguien encontrara placer en ver una casa llena de libros
acumulando polvo. ¿Para qué volver al siglo veinte? ¿Al VHS? ¿A la antena
encima de la televisión? ¿Al hombre del Círculo de Lectores?. Como es madre,
acepta mis rarezas : gente que compra libros, tiene que haber de todo.
Pero una madre es una madre y unos
días después me dice que me ha comprado unos filetes de lenguado. Eso sí tiene
su lógica porque los filetes no se llenan de polvo. Son buenos, me dice.
Primero harina y después los pasas por el huevo.
Ahí están los filetes en el plato,
listos para la cena de esta noche. Me dice que los ha comprado para sus nietos pero
sé son para mí, que algo de mala conciencia le queda y que con ellos me está
pagando los libros que, me temo, nunca llegue a escribir. Ya me está mandando
un mensaje por el WhatsApp para saber qué tal han salido. Muy bien, le digo. Les
hago una foto y se la mando. También le escribo que le voy a dedicar un post
porque a los mecenas con tan buena mano con los pescaderos hay que tenerlos
contentos.
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