domingo, 26 de enero de 2014

Una lista ganadora




Una lista ganadora : En la alargada hoja del pedido del restaurante Lucía va pasando a limpio, a base de cruces, como si eligiéramos la serie de los caballos ganadores en una mañana de hipódromo., lo que los demás vamos escogiendo en el menú.

No tenemos ninguna prisa. Las cruces salen perfectas, pero la camarera solo se fija en los números, que anota en su libreta rápidamente como si todas las posibles combinaciones se redujeran a una, la que ya nos espera en la cocina.

La camarera va trayendo los platos con el único criterio, me doy cuenta, de que no quede ningún trozo de mantel si ocupar. Solo por esto hay que defender a los restaurantes orientales, por esa imagen de abundancia que transmiten. Aquí el tema del gusto está en un segundo nivel y, me temo, el que no lo vea así jamás disfrutará del todo en una de estas comidas. Aquí es obligatorio comer con la vista.

Tal vez exista una fórmula matemática que sea capaz de distribuir todos los platos según nuestros gustos para evitar el viaje de los cubiertos y los palillos de uno a otro, pero no nos interesa. Lo divertido es crear en el espacio esos elevados caminos invisibles como nudos de autopistas por los que se va moviendo la comida, sin pedir permiso, sin preocuparnos por las gotas que vayan cayendo.

Esa exuberancia de platos nos exige sea el capricho el que mande, fijando su atención de un plato en otro, como esos perros que hace un rato, sujetos a las correas de sus dueños, veían un desfile de bicicletas, patinadores, paseantes, carritos de niños y coches teledirigidos deseando salir corriendo detrás de todo.

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