lunes, 28 de diciembre de 2015

Sano egoísmo navideño



Sano egoísmo navideño: Normalmente consulto los tuppers de la nevera como el entrenador que echa un vistazo a un banquillo del que no espera nada. Tras el lento análisis, los alimentos casi siempre se dividen en dos grupos: los que ya han caducado y los que no me apetece comer, que acabarán en el primer grupo. Después, también despacio, como si abandonara una sala de convalecientes, cierro la puerta de la nevera.

A veces, sin embargo, hay excepciones: un tupper especial al que le dedico el ático de la nevera porque, como un buen vino, trato de reservarlo para un momento especial. En este caso, se trata del que conserva los restos del rape de la cena de navidad. Como me he quedado solo, decido echar mano de él para la cena porque así no tengo que compartirlo y puedo comérmelo directamente de la sartén. No es un comportamiento muy navideño, pero así me aseguro de que esta prórroga conserve el gran nivel gastronómico del resto del partido.  

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