La cosecha del viernes : Tres puertas en el aparcamiento con el mismo letrero:
“No exit – No hay salida”. Claro que no hay salida, por eso podemos olvidarlo :
porque ya lo sabemos. Dos pisos más arriba es viernes y se renueva otra vez la
impresión de que esta vez podremos descubrir algún truco. O hacerlo. El dinero
no carga con tanta culpa, se gesticula más al hablar y el camarero espera sin
prisas a que te decidas por uno de los vinos de la pizarra. Le digo a Lucía
dónde tiene que apretar para que el cajero suelte los billetes. Así de fácil se
cosecha la semana.
viernes, 28 de febrero de 2014
jueves, 27 de febrero de 2014
El viaje de la tortuga
El viaje de la tortuga : Las cajas de
Lego traen una pieza de más y las instrucciones de Origami un paso de menos.
Todo va perfectamente hasta que llega ese momento en el que ya no sabemos cómo
avanzar. De nada sirve empezar de nuevo con cuidado, como cuando se dejaba la
aguja con delicadeza para ver si así no volvía a quedarse atrapada en el mismo
punto del disco. De nada sirve aunque lo intentemos. El mundo será digital,
pero la realidad sigue analógica con estas cosas. Mi imagen como padre se queda
ahí atrapada. Y la aguja de los minutos avanza y se retrasa y avanza y se
retrasa. Empiezo entonces a maldecirlo todo lentamente, como la leche que se
desbordaba del cazo cuando me confiaba y salía de la cocina. Lentamente. Es así
con cualquier figura y lo tengo asumido. Esa asunción adulta que te justifica y
que es como un balcón desde el que ver el fracaso. Daniel no tiene tiempo para
estas imágenes. Esta tarde deja en la mesa del salón su interpretación de una
tortuga.
miércoles, 26 de febrero de 2014
Los deberes en sus carpetas
Los deberes en sus carpetas : Ayudo a un mellizo con los deberes y antes de que el otro haga las mismas preguntas unos minutos después
le dicto las respuestas con una seguridad bíblica. Hoy no soy el único en
beneficiarme de esta repetición. El Madrid también parece haber visto su
partido contra el Schalke 04 antes de jugarlo porque solo así soy capaz de
entender cómo pueden crear algunas jugadas que no estaban ahí y que ellos trazan
con una perfección que me empuja a celebrar los seis goles en silencio,
llevándome las manos a la cabeza. Leila Guerriero también lo hace con su columna
de esta mañana. Ya la había escrito varias veces, tal vez sin saberlo, hasta
pulirla en la forma en la que se publica hoy. “No es verdad que todo
permanezca dentro de nosotros. Hay cosas que se pierden para siempre. Hay, en
el coraje de saberlo, una belleza helada". La leo
en un ejemplar del País dispuesto en una mesa para que le dé una franja ancha
de luz mientras espero a que me hagan una factura. Me entregan la factura, los mellizos guardan los deberes en sus carpetas y ese gol del Schalke 04 al Madrid, en el 1-6, no hace
sino añadir una excepción al día para que quede todo bien atado.
martes, 25 de febrero de 2014
Un collage italiano
Un collage
italiano : Cocinamos como si preparamos un collage, con la confianza de que es
imposible que salga mal. Lucía, el jamón; Daniel, los tomates y el maíz, que
caen de la lata después de dos o tres golpes secos. Y un cuarto por si algún
grano se quedara pegado a la pared. El calor del horno caldea la cocina. El
termostato marca 180 y tenemos que esperar a los 240 porque sí. Cortamos el
jamón y los tomates y cuando están dispuestos encima de la masa y la salsa,
dejamos caer el maíz como si sembráramos. 204, por fin, y al abrir el horno
recibimos un golpe de calor que nos fija en este momento. Advertimos, con
cuidado. Y dejamos la pizza en la bandeja y ya vamos disfrutando de la mezcla
de olores que van pintando la cocina. Luego regresamos, cada vez dejando pasar
menos tiempo, a admirar este cuadro en el que los tonos se van oscureciendo. Cuando queda poco, ponemos la mesa con una intención distinta porque vamos a cenar algo que hemos
hecho todos. Abrimos el horno y dejamos el plato en medio de la mesa, uniendo
los cuatro manteles.
lunes, 24 de febrero de 2014
Luz en los charcos
Luz en los charcos : En el camino de vuelta a casa hay un descampado con
unas cuantas farolas. Eso es todo lo que se levantó de los edificios que se iban
construir. Todavía hay expuesto un gran dibujo con el diseño final, varias
casas elegantes rodeando una piscina, que ahora parece el cartel del “ahora
vuelvo” del promotor. Las farolas iluminan la tierra, esas plantas secas que
crecen como el moho de los proyectos olvidados, y unos charcos que hacen más irregular el terreno. Una farola y el viento, helado, se pelean por el reflejo, que ahora
parece perfecto, ahora no.
domingo, 23 de febrero de 2014
La precisión del tatuador
La
precisión del tatuador : Los domingos, los objetos habitan en sus sombras,
perfiladas con las agujas de un reloj sin prisas, vacío de tiempo. Gracias a
ellas, como raíces en la superficie, pueden moverse por su entorno, palpar las
texturas, intentar llegar un poco más lejos que la semana pasada. Habría que
sentarse en un banco y observar ese avance, dejando que esos minutos de
silencio y paciencia también te perfilen. Nunca es más evidente el movimiento como
ley que en los cambios de lo que parece inmóvil, en la última línea del
horizonte, en las sombras de la valla.
sábado, 22 de febrero de 2014
El regreso del hombre bala
El regreso del hombre bala : Es una merienda que comienza con el hombre bala de la
etiqueta de la botella de garnacha disparado hacia el cielo y termina con
pequeñas naves de Star Wars de mano en mano. Se podría decir que sale un
cumpleaños temático dedicado al espacio, aunque no se me ocurre cómo incluir en
él al número siete dibujado con Cola Cao en la tarta de crepes. Cuando
terminamos con el postre, esperamos pacientemente a que el cumpleañero vaya
montando las piezas de Lego de las naves para que los adultos podamos
pasárnoslas. Tiene dedos ágiles. Llega un momento en el que el impulso del
hombre bala se agota y tiene que volver al punto del que partía. Nosotros le
acompañamos en ese camino de regreso a ese momento en el que vimos la película,
la primera de la serie, y supimos que, en ciencia-ficción, nada volvería a ser
igual.
viernes, 21 de febrero de 2014
Una muesca en el calendario
Una
muesca en el calendario : Aunque existían indicios de que esto iba a pasar o que, de hecho, ya había pasado, es
justo hoy cuando me doy cuenta de que las farolas están encendidas en un
momento en el que, por retrasarse el atardecer, ya no son necesarias.
Aprecio
más su luz, inútil frente al sol, porque lleva el mensaje de que, a partir de
hoy, los días ya traerán más calor, que serán más luminosos. Sin esta nueva
función de las farolas que ahora siguen encendidas, el contraste no sería tan evidente
y es probable que los indicios siguieran siendo solo indicios sin llegar a
convertirse en una experiencia del cambio, en un regalo inesperado que marca en
el calendario personal el inicio de algo nuevo.
jueves, 20 de febrero de 2014
Goles de ventaja
Goles de ventaja : Hay casas
ordenadas como tiendas de Apple. Todo en su sitio, nada que no sea necesario.
No hace falta girar una silla o abrir un cajón del mueble de la entrada para
descubrir que todo tiene un precio anotado.
Encima del radiador de la cocina
está el pijama de Daniel de “Hora de aventuras” del revés. Las dos mangas caen
a cada lado con el gesto del que está en un sillón viendo cómo su equipo acaba
de meter el tercero de la tarde, ayudando con cada tanto a que el mundo tenga
un poco más de orden.
Salgo de la cocina con esa
sensación de ir con ventaja.
miércoles, 19 de febrero de 2014
Nubes de billetes
Nubes de billetes : Creo que, de alguna manera, todo se torció cuando dejé
de llevar corbata. Hay estudios que relacionan la diferencia de salario para un
mismo puesto con el atractivo de la persona que lo ocupa, pero yo creo que el
definitivo será el que analice lo mismo respecto a las personas que llevan
corbata frente a las que no. Al dinero le gustan las corbatas y por eso hasta los
jugadores de fútbol se las ponen cuando van a recoger un premio: el balón de
oro no se fija en el que tiene alma de chándal. Estoy seguro de que incluso los
que presumen de ganar mucho dinero vistiendo ropa de saldo al llegar a casa lo
primero que hacen es plancharse una camisa y ponerse una corbata a juego para
ver “El día después”. Yo me dejé engañar por la moda de lo casual, pero se ha
acabado. Empezaré a recuperar la corbata poco a poco. Primero llevando camisas
sin planchar por fuera de los pantalones. Después irán planchadas. Más tarde
las llevaré por dentro. Y un día, como si nada, buscaré una corbata de cuando
parecía que la vida laboral iba a ser saltar de un puesto a otro ganando más
dinero y me la pondré. A partir de ahí, que lluevan billetes.
martes, 18 de febrero de 2014
Guía rápida sobre la combustión interna
Guía rápida sobre la combustión
interna : En uno de los simulacros de prevención de riesgos llegaron a colocar
botes de humo para simular que un coche ardía. Todos salimos ordenadamente de las
oficinas a disfrutar de un sol agradable que animaba a charlar mientras los
bomberos y la policía hacían su trabajo, dejándonos volver a esa época en la
que los mayores hacían las cosas de mayores. Solo faltó que nos dejaran subir a
sus coches para tocar las sirenas.
De la combustión interna no hablan
los manuales porque no afecta a los demás. Pero ahí anda. No hay ni botes
de humo ni coches de bomberos relucientes. Ciertas palabras, si se observan con
cuidado, sí que tienen alguna zona carbonizada. Palabras, por lo demás,
intrascendentes, porque el resto del discurso se mantiene oculto, bajo el brillo
de las brasas. El extintor que está en el garaje te ofrece un par de chupitos
rápidos para que llegues a casa más relajado y puedas utilizar frases que no estén
calcinadas.
lunes, 17 de febrero de 2014
San camaleón
San camaleón : El
nuevo edredón está lleno de dibujos de animales. Ya es tarde, ya se ha limpiado
los dientes, ya tiene la cartera lista para mañana, ya ha pasado la mano del calendario
que marca un día al siguiente, ya ha dejado la señal en la página hasta la que
ha llegado su lectura, ya nos hemos dado besos, ya ha preguntado qué hay mañana
para comer, quién le lleva al colegio. Pero el nuevo edredón está lleno de
animales alegres y esta vez soy yo el que retrasa el momento de apagar la luz
porque quiero verlos todos. Daniel se une. ¿Cuál es nuestro favorito? No es
fácil. Estamos un rato en silencio. Sin dudarlo, me señala un camaleón con
delantal que enseña, orgulloso, una zanahoria de su huerto y la horquilla con
la que trabaja. Le doy la razón. Me cae bien nada más verlo. Un camaleón así
podría convertirse en nuestro patrón, alguien bajo cuya protección ponerse para
que cada día ofrezca su zanahoria.
domingo, 16 de febrero de 2014
La cocina donde nunca se pone el lunes
La cocina donde nunca se pone el lunes : La carta está sucia y pegajosa. Entre los grupos de
comida hay unos textos de humor de revista de colegio para que veas que estás
en un restaurante divertido. Pero lo gracioso llega cuando le pedimos al
camarero unos platos y nos responde que eso se sirve en otro restaurante de la
cadena, no en éste, que parece que no sabemos leer. Entre la mierda del menú y
los párrafos divertidos no hemos visto esa frase que explica ese detalle. Qué
bien me cae este camarero. Cuando nos traigan la cuenta, le voy a decir que se
la pague alguien en ese otro restaurante. Nos vamos a reír un montón. Pedimos
con cuidado unos platos que viven de sus nombres como los ancianos héroes de
guerra de sus medallas. Y todavía dicen que el Excel lo acepta todo: nada como
una carta como ésta. Una ilusión que es derribada por la realidad, dejando
detrás de sí una densa columna de humo, cuando llegan los platos: uno era un
pan de perrito lleno de salmón, el otro viene acompañado con una salsa de Ikea,
lo de más allá es una quesadilla que, al apretarse, deja caer un queso negro,
como si le estuvieras cambiando el aceite a un motor viejo. No hay duda de que
en esa cocina viven en un eterno lunes y quieren compartirlo con nosotros. Lo
suyo sería recorrer la genealogía de los cocineros repartiendo adjetivos
pegajosos por aquí y por allá. Pero hay un pero. Ese programa de cocina que vi en
el que un desmotivado cocinero explicaba que él, realmente, quería ser
escritor. Lo que se ve acaba regresando en momentos inesperados. ¿Y si en este
restaurante se está dando el mismo caso? Si la vocación es directamente
proporcional a la falta de ganas frente a un fogón, en esta cocina debe haber,
en este momento, un auténtico genio. Cuando el camarero nos pregunta si
queremos postre yo pienso que no, que esta mierda de comida puede compensarse
con la lectura de algunas páginas de esa gran obra en ciernes, un capítulo,
cualquier cosa.
sábado, 15 de febrero de 2014
No hay accidentes cuando uno los necesita
No hay accidentes cuando uno los necesita : Sigue lloviendo cuando salimos de la demostración de
judo : bajo los abrigos de los niños se ven los faldones blancos de los
kimonos. Daniel está enfadado porque le ha tocado repetir ejercicios con un
niño más pequeño que debería haber venido en su turno, una hora antes. Un enano
hiperactivo que de vez en cuando miraba hacia la grada y se pasaba sonriente el
pulgar de un lado a otro del cuello, como asegurándole a alguien que recordaba
lo que le habían dicho. Como si no fuera sábado, como si no tuviera seis años,
como si esto no fuera judo, coño. Todo el esfuerzo de Daniel estaba en no
tumbarlo con las dos llaves que se sabe para no aplastarlo. Pero los accidentes
existen: lo habría entendido y celebrado. Bueno, le digo en la calle, lo
importante era acostumbrarse a hacer las llaves delante de público. Sigue
enfadado y yo me callo porque lo entiendo. A la izquierda veo una bicicleta sin
sillín atada a lo que parece una versión ampliada de su estructura.
viernes, 14 de febrero de 2014
Es aconsejable
Es
aconsejable : Aunque
no sea viernes, ni el reloj del horno marque las cuatro y cinco (no es el más
fiable, pero se ha convertido en el oficial porque es el que más consultamos),
aunque no tengas mellizos, ni se acerque la hora de ir a por ellos, aunque
creas que siempre es preferible una pieza de fruta, aunque prefieras el pan de
barra al de molde, aunque consideres que, ya puestos, la mejor merienda es la
que sirven en una pequeña cafetería, aunque todo eso, es aconsejable coger dos
rebanadas de pan sin borde, extender sobre ellas un poco de salsa con un
cuchillo para que toda la superficie se quede impregnada, quitarle la fina capa
de plástico a dos lonchas de queso y poner cada una en una rebanada, sacar del
envase de plásticos dos lonchas de pavo (que viene dobladas como pañuelos),
extenderlas sobre el queso, volver a añadir un poco de salsa, juntar las dos
partes y colocarlo todo encima de una lámina de papel de plata para, después,
envolver el sándwich con cuidado, como harías con un regalo que te hubiera costado
encontrar, y una vez terminado, observarlo durante un rato. Bien hecho.
Terminado. Es aconsejable.
jueves, 13 de febrero de 2014
Una biografía sin base
Una
biografía sin base : La efe mayúscula es una letra inestable porque se apoya
sobre único pie. No lo había pensado hasta que la veo escrita en un armario
metálico inclinado pintado de rojo. Repaso rápidamente otras letras entre las
que vivo. La eme, por ejemplo, tiene dos buenas patas para mantenerse en
equilibrio. Claro. No lo había visto así. Le sucede lo mismo a la jota o a la
ele. Cualquiera extendería un mantel de picnic junto a ellas para comer con la
familia. Pero la efe mayúscula tiene sus riesgos. Depende de por dónde venga el
aire, la efe se inclinará hacia un lado o hacia otro. Eso puede explicar muchas
cosas. Tantos años empezando exámenes o escritos oficiales o curriculum o
cartas a editoriales con una letra sin una base : poco importa lo que viniera a
continuación porque ella ya transmitía su mensaje. Podría echarle la culpa de
unas cuantas cosas, pero esa falta de firmeza también tiene sus ventajas: ayuda
a calibrar el mundo.
miércoles, 12 de febrero de 2014
Una victoria compartida
Una victoria
compartida : Paramos el capítulo de “The Blacklist” porque Daniel entra en el
salón con una muela en la mano. Hay que reconocer que ha sido una muela
persistente que se ha tomado su tiempo en caerse. Eso ha provocado muchas quejas
de Daniel por la comida difícil de masticar y una serie de recomendaciones
absurdas por nuestra parte que sería mejor olvidar. Por eso, esta muela se nos
ha caído a todos y cuando Daniel vuelve a la cama, con la sorpresa de que algo
tan pequeño le haya molestado tanto, regresamos al capítulo de “The Blacklist”
más tranquilos, disfrutando de la victoria de esa encía desnuda.
martes, 11 de febrero de 2014
Los objetos valiosos de una mudanza
Los
objetos valiosos de una mudanza : Trabajamos bajo el silencio que trae la nieve y
con una luz extraña que despista al reloj, que no sabe qué hora marcar. Es una
sensación agradable que parece que se va a alargar un buen rato porque cae una
nieve consistente. Miro por la ventana un buen rato. Agradezco que nieve ahora
y no en Navidades: si por mí fuera, dosificaría todas las celebraciones a lo
largo del año. Nochebuena en abril. Nochevieja en julio. El silencio nos
envuelve y nos protege como a los objetos valiosos de una lenta mudanza.
lunes, 10 de febrero de 2014
Una receta para la redención
Una receta para la redención : Sé que
con cuatro porciones de merluza ya cenan los mellizos, pero como he sacado un
plato amplio no dejo de preparar trozos para cubrirlo entero y que no quede ni
un puto trozo blanco. Lo que resulta imposible durante el día aquí es cuestión
de ganas y de un poco (muy poco) de paciencia. Las porciones están quedando muy
bien. En los dedos tengo una mezcla de huevo y pan rallado que no me limpio. El
aceite se está calentando y ya ha alcanzado la temperatura en la que empieza a llenar
la cocina con su olor. Debería dejar de rebozar la merluza y empezar a freírla,
pero queda todavía quedan algunos huecos. Un trozo más aquí. Otro ahí. Cuando
el plato ya está completo me quedo tranquilo. Si alguien me preguntara: ¿y de
este día, qué?. Le señalaría el plato para después limpiarme los dedos en un
paño y después colocar los trozos en el aceite caliente y removerlos suavemente
con unas pinzas de metal mientras empiezan a dorarse.
domingo, 9 de febrero de 2014
Una manifestación unipersonal
Una manifestación
unipersonal : El paraguas es un ramo de cientos de flores de tonos cálidos con
un único tallo al que se agarra Lucía como si fuera una pancarta con la
quejarse de esta lluvia y de los dos pasos que hay que dejar en las acercas por
si los charcos explotan al paso de un coche. La gente con la que nos cruzamos
ha hecho suya esta lluvia y la va reproduciendo por dentro. Sus paraguas son
una defensa. El de Lucía, por el contrario, es un ataque directo. Un desafío. Podría
pensar que es una casualidad, pero eso sería olvidar su oposición cuando no
lleva puesto lo que quiere. Para esta manifestación, se basta y se sobra.
sábado, 8 de febrero de 2014
Pasaporte a Nebraska
Pasaporte a Nebraska : Uno de los mejores momentos del cine es la visita al
baño antes de que empiece la película. Un café para estimular la atención y el
pis para tranquilizar la vejiga. Creo que es la única ocasión en la que soy yo el que decide que ha llegado el
momento de ir a mear, en vez de dejarme llevar por la pura necesidad. Este cuidado
con el que se prepara el tiempo de una película sólo se aplica aquí. Si fuera un perro, marcaría los alrededores de
la sala para impedir que se acercaran las preocupaciones, a las que dejaría en
la calle, dando vueltas como coches buscando dónde aparcar. Mientras meo, sin
prisas, las entradas se convierten en un par de décimos que llevan el premio de
la mejor película, la que hemos elegido. Pobres de aquellos que se han
equivocado, pienso, en una arrogancia que no me preocupo de justificar. Me lavo
las manos. Me las seco. Salgo sin prisas, que corran los que tienen urgencia
por saber si se han gastado bien el dinero. Le doy las entradas al que controla
el acceso a la sala con la seguridad del viajero experimentado que muestra sus
pasaportes. A Nebraska, le digo.
viernes, 7 de febrero de 2014
La risa del héroe
La
risa del héroe : A la salida del cine los tres amigos se ríen de un pequeño
tren para niños que lleva ahí funcionado varios años. Estoy seguro de que
alguna vez, siendo más pequeños, se han subido a él después de insistir en que
les pagáramos un viaje. El hombre que vendía las entradas entonces sigue
estando en la misma caseta, mirándonos desde ahí con paciencia de pescador. La
relación con el pasado es la del héroe que agarra de la mano al secundario que
está colgando de una azotea. Otra táctica, la de los tres amigos, es dejarlo
caer sin problemas y unas risas porque saben que cada minuto que transcurre lo
convierte en algo más pesado. Así el presente solo tiene que cuidarse de sí
mismo.
jueves, 6 de febrero de 2014
Musas en la mesa
Musas
en la mesa : La mesa de la cocina es el espacio reservado para las manualidades
peligrosas. Cuando en la exposición de motivos que pedimos para conceder la
autorización aparece el término pincel, se activa un simple protocolo que se
resume en una palabra: alacocina. Esa superficie de cristal, con algunos
arañazos que solo podrían haber hecho las cuchillas de Lobezno, es el lugar
homologado para desarrollar la auténtica creatividad, la que deja manchas en
los platos de plástico que ya no desaparecen, la que cambia de color las uñas,
la que deja inservibles algunos pinceles. El impulso creativo en su nivel más
orgánico. Es un trabajo de concentración que merece la pena observar desde la
puerta, tragándose el comentario (qué bonito, cariño) que arruinaría toda la
escena. Mirar y callar, como hoy con Lucía y su cocho convertido en calendario.
Mirar y callar. Después viene ya la cena de las cinco o seis recetas que
devuelve a la mesa su simple condición de soporte y la cocina a un nivel de
subsistencia. Pero algo queda: por eso algunas noches me llevo el portátil y
noto que es un buen sitio, frecuentado por las musas de lo cotidiano.
miércoles, 5 de febrero de 2014
Cuenco con las manos
Cuenco con las manos : Pero prefiero este amanecer de luz eléctrica que se va
mostrando en los locales de la calle, con las puertas aún cerradas y los
cierres hasta la mitad. Un hombre que coloca los pollos en el escaparate
mientras su compañero, inmersos los dos en ese silencio que surge de una
atención plena, va pasando el paño por un cristal. Una mujer que barre en la
entrada de su tienda los restos del día anterior. Un par de palomas que hacen
la calle suya. La luz, amarilla y densa, parece la misma en todas las tiendas.
No está ahí solo para iluminar, sino para desbordarse. Podría recogerse la que
cae en la calle y bebérsela como si fuera un caldo espeso con el que hacer
frente a un día de huesos.
martes, 4 de febrero de 2014
El punto de encuentro
El punto de encuentro : Lucía deja una
pequeña caja con un secreto grande encima de la mesa. Un cuidado abandono en el
sitio preciso para que por la noche, cuando solo la inercia mantiene las últimas
piezas en movimiento, me fije en ella. La veo como ese mensaje que los espías
se dejan en un lugar público para que la normalidad la oculte. Ella se acerca
desde sus nueve años, su silencio persistente como defensa. Yo, desde una
realidad de horas aprisionadas como el cuerpo de un acordeón del que sale una
melodía extraña.
La caja contiene su colección de brillos
para labios con sabores. En una esquina hay un pequeño perro sin ojos que no
deja de observarme. Está ahí para decirme que mañana, aunque intente dejarlo todo
como estaba, incluida mi curiosidad, ella comprobará, mirándome a los ojos, algo
que ya sabía.
No deja de ser una forma de
comunicarse.
lunes, 3 de febrero de 2014
La fiesta clandestina
La fiesta
clandestina : La lluvia llena el cuarto de baño de perchas con la ropa de los
cuatro recién lavada. Es una mezcla que tiene algo de fiesta clandestina en la que
no se va a juzgar a nadie por lo bien planchado que llegue. Cierro y abro la
puerta para medir esa impresión: es la misma. Me gusta que, ya que nosotros
pasamos tan poco tiempo juntos, por lo menos esas prendas tengan unas horas más
para relacionarse, para hablar de nuestras manías, de los desgarrones en el
patio, del cuidado con el que las doblan.
Venía a llevarme algunas de ellas al
armario, pero prefiero dejarlas ahí, elevadas, como si sugirieran que, disuelto
el cuerpo, fuéramos a resucitar en nuestra ropa.
domingo, 2 de febrero de 2014
Escanciar la luz
Escanciar la luz : El último día en uno
de mis trabajos, una compañera me regaló un prisma de cristal para que me diera
suerte. Suerte, en general. Se lo agradecí, poco convencido de sus capacidades,
pero no lo oculté en un cajón porque lo que sí temía es que si lo hacía pudiera
provocar la mala suerte. Le encontré un sitio junto a los libros en español.
Y ahí ha estado. Si cojo un libro
de Gándara, o de Tizón, de Oscar Esquivias o de Sánchez-Andrade, o de Félix
Romeo, o de Montero Glez, lo aparto y después lo dejo donde estaba. Lo mismo
cuando devuelvo el libro a su sitio. Nada especial. Y aunque mucha suerte no he
tenido, sí puedo decir que las desgracias se han mantenido lejos, lo que,
quizás, sea aún mejor.
Esa tranquila existencia de objeto
casi invisible cambia cuando Daniel se acuerda de él después de estudiar un
tema sobre los objetos y la luz. Transparentes. Translúcidos. Opacos. Desde la
puerta escuché cómo recitaba las definiciones con esa precisión optimista que
solo existe en los libros de texto. Esa fe en que cada palabra tiene una
definición precisa que la sigue, como la cola a una cometa. Y hoy ha ido al
estante y lo ha cogido.
No le ha costado que le dé permiso
para sacarlo a la calle y jugar con el sol. Es la mañana perfecta para hacerlo.
Los adultos apenas se fijan en cómo sus cervezas, sobre una mesa en la acera,
atrapan la luz. Daniel va acercando y alejando el prisma del suelo para dar con
el punto exacto en el que la luz se rompa en los colores que aparecían en el
libro de texto. Levanta el brazo como si fuera a escanciar la luz, que cae,
como un punto colorido, en la mano izquierda de su sombra.
Lo veo desde lejos. El prisma no
sirve para atraer la suerte, sino para ayudarme a reconocerla cuando la
tengo delante.
sábado, 1 de febrero de 2014
El sueño del conquistador
El sueño del conquistador : Dos plantas
más arriba, todo está dispuesto para que, a las nueve, el primer cliente que
entre en el supermercado tenga la impresión de que el mundo es un lugar que
está deseando ofrecerse en abundancia. Todo ordenado, obediente, limpio. Algo
así debe ser el cielo, con la diferencia de que allí no tendrás que pasar por caja
después de llenar el carro (el infierno será un local de estanterías vacías y
cajeras que no dejan de teclear imaginarios precios durante toda la eternidad,
traduciendo a euros el tiempo de tu condena)
Quiero ser ese primer cliente, pero
hoy me quedo mirando la tapa de un desagüe en el suelo del aparcamiento. Su
dibujo no coincide con las líneas blancas que deberían cruzarla. Aunque la
girara, no encajaría: deben haberla cambiado por otra. En eso me quedo
pensando.
Tal vez si no me hubiera detenido
en esto habría podido ser el primero en entrar. Un par de veces he estado a
punto, pero los que llevan cesta suelen ser más rápidos. Ser el segundo o el tercero
ya da lo mismo. El importante es el primero, el que dejando las primeras
huellas sobre la nieve reclama para sí el territorio.
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