martes, 2 de febrero de 2016

La risa contagiosa



La risa contagiosa : La camarera termina todas las frases con un “mi amor”. Está sola en la barra y no tiene un momento de descanso: le firma un albarán a un hombre, cobra a una chica y me mira a los ojos para saber qué quiero desayunar. Repetir “mi amor” parece la forma que tiene de calmarse. Me sirve el café y, con una jarrita metálica en cada mano, me pregunta cómo quiero la leche. Las barras tardan un poco, me dice. Cojo el periódico que ya ha sido leído varias veces y me siento junto a una ventana. En la peluquería de enfrente trabajan tres hombres que parecen idénticos. Calvos, con barba y tirantes. Un cliente, sentado en una silla, no para de reírse. No dejo de observarlo. Todavía no sé qué titular trae el periódico. “Mi amor”, oigo a mi espalda, “mi amor”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario