jueves, 30 de abril de 2015

Una cuña de sol



Una cuña de sol : El repartidor de las bombonas de butano deja una en su carro junto a una puerta. Hace una gran mañana de abril. Entiendo que él, como yo, esté remoloneando un poco. En esto, la RAE es un poco dura : “Rehusar moverse, detenerse en hacer o admitir algo, por flojedad y pereza”. No, no. Verá, señora, académica, es que hay que tener en cuenta el optimismo de esta luz que parece llegar a todos los objetos para recordarles el valor de ser. Otro echan mano de filosofías nórdicas de lomo de cuero para llegar a eso que ahora tenemos delante. Ellos tienen la teoría y nosotros el ejemplo. Supongo que el repartidor vagará por la plaza con las manos en los bolsillos con el mismo paso tranquilo con el que lo hago yo, esperando que el tiempo no pase. Yo sé que cuando el reloj marque las 9:05 tendré que marcharme caminando rápidamente, como si una fuerza mayor me hubiera impedido ser más puntual. En el caso del repartidor, su señal llegará cuando la cuña de sol que ahora llega a la puerta se abra hasta alcanzar la bombona de butano. Vamos, dirá él. Vamos, diré yo.

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