sábado, 22 de noviembre de 2014

Los dueños del sábado



Los dueños del sábado : La amistad es esto, ir a ver sin dudar “Sinsajo”, la tercera parte de una trilogía, sin conocer las dos anteriores. Daniel me mira de forma extraña cuando le pregunto si está seguro de querer que lo lleve al cine. Le explico que es posible que no entienda bien de qué va la historia, que se pierda, que se le haga larga. La respuesta para cualquier objeción es que van a ir sus dos mejores amigos.

Así que vamos al centro comercial y lo dejo, bien acompañado, en el cine.

Me doy un paseo mirando los escaparates de las tiendas. Me acuerdo de un párrafo de “Los primos”, un cuento de Charles Baxter.

“Esa noche recorrí varias manzanas hasta un pequeño mercado de barrio, donde robé una manzana Royal Gala, que me metí en el bolsillo de la chaqueta, y un ramo de flores, con el que me paseé por la calle, empuñándolo en alto con ostentación. Si se pone la cara adecuada, se puede robar cualquier cosa. Era algo que había aprendido en mis clases de interpretación. Llevaba dinero de sobra en la cartera para comprar lo que quisiera, pero por lo visto se imponía robarlo. Era una necesidad emocional. Guardé la manzana en la maleta y usé las flores en el lavabo de la habitación del hotel antes de llenarlo de agua. Me di cuenta, tarde, de que no había manera de que las flores llegaran a casa sin mustiarse”

No es difícil dar con esa necesidad emocional: no tener que pagar por algo de lo que te consideras dueño. Pero el auténtico resto sería plantarse delante de la cajera y decirle que no vas a pagar, esperando que ella reconozca que esa manzana que te llevas, justo ésa, o el libro que has elegido, justo ése, siempre han sido tuyos.

Si los tres amigos se hubieran quedado mirando al que les pedía las entradas, éste habría visto que esa película y esta tarde de sábado les pertenecían de una forma tan clara que lo más honesto hubiera sido dejarles pasar sin pagar. 

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