domingo, 30 de agosto de 2015

Historia del ocio



Historia del ocio: A veces la hora de la cena nos pilla merendando chucherías. Hoy Lucía abre la bolsa con sus favoritas y solo deja que nos las comamos de una en una. Son tardes largas frente a la televisión en las que nos beneficiamos de uno de los frutos de la revolución industrial: el ocio. Ahí donde se nos ve, somos el resultado de la historia. Tal vez por eso deberíamos honrarlo de otra manera, pero el ocio no es muy exigente: se puede comprobar en esa fotografía que Cartier-Bresson hizo a un grupo tomando vino un domingo a la orilla del río Mame. Formó parte de un reportaje con el que se quiso celebrar los quince días de vacaciones pagadas aprobados por el Frente Popular en 1936. Tampoco hacían gran cosa. Mirar el río. Charlar. Beberse un vino. Quizás ese sea el camino, hacer lo mínimo sin llegar a pararse. Nosotros vemos la tele. Charlamos. Comemos chuches. No soy Cartier-Bresson, pero no por eso nos vamos a quedar sin nuestra foto.

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