lunes, 22 de diciembre de 2014

Kilos de fruta se estropean bajo el sol



Kilos de fruta se estropean bajo el sol : El gorrilla que nos indica dónde dejar el coche en el aparcamiento del zoo me pregunta, jefe, si ya ha salido El Gordo. Recuerdo entonces algunas mañanas tumbado en la cama de mis padres escuchando cómo iban recitando los números. No, no ha salido. Es la clásica mañana en la que se está en el trabajo pero con la atención en otro sitio. Hasta con los animales se nota cierta relajación, como si hoy no les obligaran a seguir el mandato de Baudelaire de “ser sublimes sin excepción”. A los lobos marinos les conceden unas vacaciones para arreglar su barco pirata. Y los pájaros, confiados, parecen volar de zona en zona para ver a los animales protegerse en las sombras con una cuidada indolencia.  

Cuando llegamos al recinto de los monos de culo rojo, cuyo nombre científico nunca sabré, vemos que los distintos niveles están llenos de trozos de fruta recién cortada pero que no hay ningún mono a la vista. Solo se escuchan unos cuantos gritos de alguna zona interior en la que se esconden. Tal vez a algún visitante se le cayera un décimo y ahora sigan en la radio de un vigilante el sorteo. Si compartimos muchos genes con ellos, eso sería lo normal. Nos quedamos ahí unos minutos con la esperanza de escuchar el grito de cien monos de culo rojo celebrando un premio gordo. Pero no hay suerte. Con este sol, la fruta se va a estropear muy pronto.  

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