lunes, 7 de abril de 2014

El nuevo dorsal de Cristina Sánchez-Andrade




El nuevo dorsal de Cristina Sánchez-Andrade : Casi todas las sillas de la pequeña sala en la que se presenta “Las inviernas”, la nueva novela de Cristina Sánchez-Andrade, están ocupadas por alumnos de su taller de escritura. Es un grupo al que las banquetas se les quedan pequeñas, que agitan abanicos para llevar mejor el calor y que hacen comentarios entre ellos en voz alta sobre lo que escuchan.

Me siento un infiltrado.

Las dos personas que hacen la presentación del libro de Cristina tiran de cabeza, cuando lo mejor que se puede decir de su escritura es que se degusta con las tripas: en el cerebro se pueden rumiar las palabras, pero deben volver a las tripas, que es donde  conservo párrafos de “Bueyes y rosas dormían”

La Cristina Sánchez-Andrade que escucho por primera vez y que después leo en “Las inviernas” no es la que yo me esperaba. Cosas mías. Su discurso es ordenado, adaptado a todos los públicos. Explica que en el libro están muchas de las historias que han contado en su familia sobre la vida en los pueblos de Galicia. Y es ese esfuerzo por ser fiel a las historias lo que doma su estilo, como el que teniendo todo el campo, se traza unas líneas muy juntas para reducirse el terreno de juego: a lo mejor esto es madurar.

Vuelvo a tener la impresión, como cada vez que un escritor habla sobre sí mismo, y así debe ser, de que Cristina evita todo lo que tiene que ver con el hecho mismo de escribir. Como quien protege la entrada a un cuarto diciéndote que el ruido que has escuchado dentro no es nada mientras te habla de otras cosas, de cómo surgió el título del libro o de la lucha por imponer su criterio sobre la fotografía de la portada.

En la parte final de la presentación, sus alumnos demuestran con sus preguntas que se han leído el libro hasta dejar solo los huesos. Hay muy buen ambiente. Yo tengo muchas preguntas pero no pido el micrófono porque van dirigidas a una escritora del pasado. Una nostalgia tan absurda como mirar el marcador en el Bernabéu esperando que vuelva a aparecer el nombre de Zidane cuando el número cinco ya tiene otro dueño.  

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