viernes, 24 de febrero de 2012

Ballenas


Ballenas : 


1-El  cielo           

Miro a la izquierda y veo un cielo sugerente, así que bajo la ventanilla y hago unas diez fotografías, buscando la mejor manera de encuadrar la señal que aparece. No tengo mucho tiempo porque está a punto de cambiar el semáforo.

En el asiento de detrás están Daniel y Lucía, con el uniforme del colegio y un poco de sueño.

2-La ballena

En las paredes de la sala de espera hay varios dibujos de animales. Me gustan. Pienso en hacerle una fotografía a una ballena sonriente pero decido dejarlo para cuando salgamos. En el libro que Daniel va ojeando mientras esperamos, aparecen dos ballenas.

“Se cuenta que hubo marineros que confundieron una ballena con una isla e intentaron desembarcar en ella” lee Daniel.

El libro me costó siete euros. El precio de cinco cortados.

3-La pediatra

Vemos a esta pediatra en la revisión anual. Nos saluda como si no hubieran pasado doce meses desde la última vez que preguntó.

-¿Qué me contáis?

Daniel y Lucía discuten para saber quién es el primero en desnudarse y tumbarse en la camilla. Al final es Lucia la que tiene que rendirse porque el número que anunciaron en la pantalla es el que ella tiene en la mano y en él aparecen sus iniciales.

4-El marco del cuadro

Lucía se tumba en la camilla y la pediatra pone sus manos sobre su estómago.

Ahí está, encima de la camilla, la misma ballena que he visto fuera. Al lado, un pingüino, y un gato cuadrado con una especie de collar alrededor del cuello, como el que llevaban los nobles en siglos pasados. Parecen que esos animales se comunicaran con unos corazones que van de unos a otros por la pared.

La pediatra da unos pequeños golpes secos en el estómago de Lucía. Todos colocamos nuestro silencio detrás del suyo.

Después le pide que se ponga de pie. La pediatra la mira con la atención del que ve un cuadro. No la pintura en sí, sino el marco.

5-Dos dientes

Daniel se tumba en la camilla y la pediatra pone sus manos sobre su estómago.

¿Es exactamente la misma ballena que había fuera? Es probable que sí, pero debe existir una pequeña diferencia, aunque sólo sea porque la misma mano no pudo recortarlas iguales. Bastaría con colocar una encima de la otra para verlo. Sea como sea, creo que ésta se ha movido un poco. No sé si tanto ella como el pingüino y el gato noble hacen esfuerzos por mantenerse inmóviles. Diría que sí.

La pediatra y nosotros volvemos a colocar nuestros silencios en fila india. Dentro de su silencio no sabemos qué hay. Dentro del nuestro, sí : miedo. Daniel bromea, pero eso no nos tranquiliza. Sabemos que esa pediatra sabe mirar, tocar, escuchar, y que tiene la capacidad de descubrir algo que no esté afinado. Tememos, en nuestro silencio, que haga un gesto y que algo en su cara cambie y vuelva a repetir el gesto. Cuántas historias habrán cambiado así, por ese pequeño hilo que está suelto.

Las pruebas se van sucediendo sin prisas. Al mirar sus dientes nos recomienda que vayamos al dentista. Sus palabras desmenuzan nuestro miedo convirtiéndolo en el cotidiano, al que ya nos hemos acostumbrado.

6-La letra de la pediatra

En un papel anota el nombre de un especialista en marcos. Antes de que hagamos cualquier pregunta, ella se anticipa.

-Nada que no se pueda solucionar con natación.

La ballena mueve la cola. Parece que el pingüino hace lo mismo con una de sus aletas. Están en la consulta de una pediatra que recomienda a sus pacientes que naden. ¿Cómo no se van a sentir cómodos ahí? Las paredes y el techo deberían estar cubiertos de animales marinos. Pulpos, estrellas de mar, delfines, tiburones y hasta peces espada.

La pediatra, Lucía, María y yo vemos cómo Daniel, tranquilamente, se pone un calcetín y después otro.

7-Gusanos

Por la garganta de la pediatra se movían palabras oscuras, palabras afiladas, palabras con patas peludas, palabras gelatinosas, palabras frías, palabras con dientes afilados, palabras directas, palabras dando vuelas sobre sí mismas, o hambrientas. Subían y bajaban por su garganta, esperando ese gesto que se repite, ese cambio en el rostro que permita que una de ellas se adelante y la tarde empiece por oscurecerse para nosotros. Puede ser una palabra fina como ese hilo del que se tira mientras se piensa en otra cosa.

Muchas de esas palabras podrían estar en su lengua, moviéndose como gusanos mientras ella, sonriendo, espera a que salgamos.

8-Los dibujos de la pared.

Cuando salimos, la pediatra escupe esos gusanos en sus manos y los acerca a la ballena, al pingüino y al gato. El gato abre la boca y atrapa varios con sus colmillos. El pingüino se traga otros sin masticarlas. Los que quedan se los come la ballena.

9-Monedas

Ese es el único problema que tenemos al salir de la consulta. Meto la tarjeta del aparcamiento en la máquina y rebusco en los bolsillos monedas para llegar al importe que marca. Tengo suerte.

Daniel quiere llevar el ticket hasta el coche.

Cuando ya estamos en la autopista me doy cuenta de que no le he hecho la fotografía a la ballena. Quizás siga ahí el año que viene.

10-Gorgueras.

El semáforo se pone en verde. Creo que han salido fotografías bonitas y prescindibles, porque en el fondo cuentan una historia que no se ve. Son las fotos que se hacen cuando no hay nada que te preocupe.

Si se presenta la ocasión, les tengo que contar que lo que llevaba ayer ese gato al cuello era una gorguera.

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