jueves, 9 de febrero de 2012

Un diluvio personal



Un diluvio personal : Daniel insiste en que le coja el barco de Noé, que está en la parte de arriba del armario. Aparto varias cosas y se lo doy. Lo coge y se lo lleva al baño. Después vuelve al cuarto a seleccionar los animales que va a embarcar en su viaje : dos ovejas, dos elefantes, un tucán, y un mono.

Está contento porque se ha salido con la suya. María le había dicho que no quería que se metiera con ese barco tan grande en la bañera y conmigo ha tenido más éxito.

Cuando ya salen de la bañera y me acerco a vaciarla, me fijo en el barco y en los animales. Tengo que reconocer que es una buena historia : frente a la amenaza definitiva de un Dios que parece avergonzado de su creación, decidido a aniquilarlo todo, un hombre construye un barco y es capaz de seleccionar lo importante.

La historia también puede verse como la descripción de un proceso interno, de ese momento en el que no hay más salida que convocar un diluvio personal y ser a la vez Dios, Noé, el barco y todo aquello que decidimos salvar.

El agua está fría. Decido que este diluvio ya ha llegado a  su fin y tiro del tapón de la bañera

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