jueves, 23 de febrero de 2012

Kugelhopf




Kugelhopf : Anud Abbassi explica, a las siete y media de la mañana, cómo debe hacerse un Harise. Se trata de un postre típico que lleva varios ingredientes : tres tazas de sémola áspera, una taza de azúcar, una cucharadita de bicarbonato, media taza de agua, cuatro yogures naturales, almendras crudas para decorar y tahini para untar la fuente . No creo que vaya a hacer nunca ese plato, pero a pesar de eso veo el programa con atención, fijándome en los detalles, tomando nota mentalmente de los consejos que da en cada paso. Influye, tengo que admitirlo, que la cocinera es guapa, que hay una relación entre ella y el tipo de cocina que hace, y que los dulces me gustan.

Recuerdo un párrafo de “El Ejército Furioso”, de Fred Vargas, en el que Adamsberg habla de Lina, una mujer que ha conocido.

“-Cuando piensas en ella, ¿piensas en comida?
-En un kugelhopf con almendras y miel
-¿Qué es eso?
-Un tipo de brioche especial”

Puede ser, también, que viendo este programa evite poner las noticias. No por el contenido en sí, más o menos pesimista, sino por la forma de presentarlo, mostrando sin ningún problema que no se sabe prácticamente nada de lo que se cuenta y que a nadie le importa aparecer así de desnudo.

Puede ser, en fin, que busque, de forma inconsciente, esos olores de guisos que llenaban la casa cuando era pequeño, ahora que las casas huelen a lata y a Ikea. En su post del veintidós de Febrero, Arcadi Espada, después de analizar la gramática de un titular (Se nota que ha leído a Pinker), añade una frase : “¿Hay algo más importante en la vida que una mujer canturreando por la casa?”. Yo añadiría a una mujer llenando con sus gestos toda la cocina. En este momento el olor se queda del otro lado de la pantalla, pero no me importa porque puedo imaginarlo, tirar de alguno que ronde por la memoria y que pueda encajar en ese plato.

Vuelvo a Adambsberg :

“Mientras la acompañaba por las callejuelas, Adamsberg tomó consciencia de que su deseo de comerla predominaba sobre el de acostarse con ella. Esa mujer le abría desmedidamente el apetito, le recordó de repente un trozo enorme de kugelhopf que había engullido de pequeño, elástico y tibio, con miel, en casa de una tía suya en Alsacia” (Página 163)

Pero esta vez Adamsberg, en vez de comerse el kugelhopf, prefiere pasar el tiempo libre que le deja el caso visitando a una anciana para peinarla y leerle libros. Las novelas no pasan en balde para el comisario.

Puede ser, terminando ya con los puede ser, que envidie a la gente que convierte su tiempo en algo tangible.

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