jueves, 25 de septiembre de 2014

De la mano de Nicholson Baker



De la mano de Nicholson Baker : Hoy me doy cuenta de que Lucía ya solo me pide ayuda para enchufar el secador en un sitio al que no llega. El resto lo ha hecho sola. De la bañera de plástico en la que le sujetaba la cabeza con una mano mientras la enjabonaba con la otra, hemos llegado aquí, al último capítulo del baño diario.

La historia con los pequeños cambios en la forma de bañarse de los mellizos ha pasado por delante. Si no he sido capaz de leerla es porque no he prestado atención para ir descubriéndolos. Y sin esa atención, como señala David Eagleman en “Incógnito. Las vidas secretas del cerebro”, nuestro cerebro se guía con un programa de “ceguera al cambio”: la información que codifica es muy baja y se limita lo básico para que, en este caso, el baño funcione sin problemas.

El resultado de esa “ceguera al cambio” es que la intensidad de esa vida es baja, a pesar de que la realidad no lo sea. En esta situación, la literatura sería un buen entrenamiento para la mirada porque le enseñaría dónde hay que prestar atención. Una vez que el agua esté a la temperatura adecuada, la ropa esté lista, el champú se encuentre en su sitio y la toalla espere, empezaría esa aproximación literaria que ayudaría a ver esa historia de los pequeños cambios. La vida doméstica de la que habría sido consciente si hubiera ido de la mano de Nicholson Baker.

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