sábado, 12 de julio de 2014

La habitación 302




La habitación 302 : Asomarse al pequeño balcón es, a primera hora, una forma casi perfecta de sumergirse en una mañana de julio en Madrid: el seguimiento al azar del paseo tranquilo de alguien por la Cava Baja, el doble tirón del dueño a la cadena de la bicicleta recién atada a un poste, el golpe de las puertas del camión de reparto al cerrarse, las sombras del forjado del balcón perfiladas en mis pies descalzos, las palabras limpias de una conversación,  los antebrazos sobre el borde metálico y el sol sobre todo esto, reinando entre los tejados y obligando a los relojes a obedecer su ritmo.

A la habitación 302 también llega el olor a madera ardiendo del horno de un asador cercano, abriendo un hueco al otoño a través del olfato. El contraste retrasa aún más el momento de abandonar este balcón. 

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