martes, 13 de diciembre de 2011

Despedida

Sí, como suena. Oficialmente hablando, la despedida definitiva será a final de año, pero quiero adelantarla ahora para no darle más vueltas y dejar el tema cerrado.

1-¿Por qué hoy?

Pues porque hoy me he encontrado con otra despedida en el blog “La medicina de Tongoy” y me ha dado un poco de envidia.

2-¿Por qué envidia?

Porque me he imaginado sin la obligación, decidida por mí y sólo por mí, de escribir todos los días y me he sentido relajado.

3-¿Relajado has dicho?

Sí, o descansado. Escribir cada día, sobre ese día, destacando diez aspectos relevantes para mí y presentarlos para que también lo sean para los demás es agotador. Puede llamarse también castigo.

4-¿Responde ese castigo a un sentimiento de culpa?

¿Responde ese castigo a un sentimiento de culpa? Vaya mierda de preguntas que me estoy haciendo. Ni culpa ni leches. ¿Cómo me iba a plantear esto como un castigo? Me pareció, cuando hace un año le daba vueltas a la idea de crear este blog, que me vendría bien para fijar momentos, para hacer lo que Nicholson Baker hace sin esfuerzo.

5-Entonces querías ser tan alto como él. ¿No?

Sí, quería hacer de Nicholson Baker un poco a lo bestia, trabajando el día antes de que se enfriara, como recomendaba también Umbral al hablar de sus diarios.

6-¿Y lo has logrado?

Mira, esta sí que es una buena pregunta, pero la respuesta no da la talla : a veces sí y a veces no. Creo que cuando uno escribe debe pretender dos cosas. La primera, y aún más clara en el tema de un diario, es fijar un momento, de manera que al volver a él, pasado el tiempo, parte de lo que fue siga ahí. La segunda, de puertas afuera, es provocar en el lector cierta euforia, la sensación de que siempre hay cosas valiosas alrededor y que lo que nos falta es la capacidad de mirarlo de forma apropiada; una especie de rodeo que haga que lo trivial sea distinto por la forma de verlo.

7-El ego también tendrá algo que decir.

Correcto. Aquí también influye el ego, porque, entre otras cosas, se escribe para el ego y para ganar dinero y ser reconocido. La página no me ha permitido dar con una cantidad de lectores lo suficientemente grande como para establecer una relación con ellos y saber lo cerca o lejos que estaba de conseguir lo expuesto en el punto seis.

8-O sea, que con diez mil seguidores no hablarías de cansancio.

Un cansancio amortiguado, que es como tirarte de un edificio en llamas sabiendo que los bomberos han puesto debajo la colchoneta. No ser leído cansa bastante.

9-Así que se terminó lo de escribir.

Pues no. Me vuelvo al blog original “El coste de las cosas”, porque las reglas que me puse son más fáciles de cumplir y se resumen en una : escribir cuando me apetezca. Si me apetece mucho, pues mucho; si poco, pues poco. También quiero darle un empujón a una novela que anda por ahí y, para no quedarme con hambre, me meteré con una obra de teatro porque ahora se dan las circunstancias adecuadas.

10-¿Algo más que añadir?

Nada más. Bueno una cosa : Si por mi fuera, perdonaría a Guti y le haría un hueco en el Madrid.

Y muchas gracias a los fieles. Pocos, pero fieles.

1 comentario:

  1. Sobre las ocho me gusta tomarme el café en la taza roja y tocar con el pulgar su círculo blanco; a las 9 me gusta que el día me salude con los últimos correos; tengo del placer a las diez de ir al local en bicicleta, recorriendo la espina dorsal de la ciudad; al mediodía se cuela en la sala de ensayos una magnífica sinfonía: el sonido de un clarinete y de un contrabajo al ritmo de una radial que hiere unos hierros; a la 14 prefiero volver por la Isla y descifrar los signos que van dejando los árboles en el camino; prefiero cortar la cebolla en la tabla pequeña; nunca me siento de espaldas a la puerta de la cocina; me gusta sentir que los brazos que sostienen el libro son a su vez sostenidos por las orejas de sillón, y antes de empezar a leer me encanta oler los años del libro; me fascina sobre las 21:00 poder sorprender aún a Laura con una cena improvisada; sobre las 22 repito otro rito, sentado en mi mundano trono, leer el último post de “Los Diez del Día”, como si tomase una pastillita con la última reflexión del día, mi última y fabulosa cotidianeidad, placer, sorpresa, sonrisa. Gracias por estos posts magníficos, gracias por tu trabajo y dedicación, por tu generosidad y talento. Te echaré de menos todos los días, aunque sé, de buena tinta que, si bien el rito diario se rompe, el placer y la intriga de leerte tomará nuevos rumbos, nuevas vías... y eso, como a mí me gusta decir con los brazos en alto, con grito de bárbaro, “!será la bomba!”.

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