miércoles, 7 de diciembre de 2011

No nos hagas mucho caso

Viendo sus zapatos, se nos podría decir que tenemos predilección por Lucía. Lucía tiene unos Pablosky, línea básica, hecho en España, made in Spain. Daniel no tiene unos Pablosky, sino unos Tex Kids, así, a secas.

¿Existe favoritismo? La respuesta a esta pregunta de café en el Vips sería sí, pero, en general, un tipo de favoritismo poco sustentado, porque cambia mucho de uno a otro, a veces varias veces en una hora, a veces hasta varias veces en un minuto, así que reconocemos que existe, pero apenas nos lo tomamos en serio porque no hay una razón que nos haga decir : a este por esto.

¿Y lo de los zapatos, entonces? Bueno, lo de los zapatos tiene su explicación. En lo que llevamos de curso, Daniel ya ha destrozado tres pares de zapatos; Lucía, ninguno. De hecho, podríamos devolver los zapatos de Lucía a la tienda y creo que no habría ningún problema en que nos devolvieran el dinero.

-Aquí tienen, su dinero.

Con los de Daniel podríamos intentarlo, claro.

-¿Por qué dejan que su perro trate de comerse los zapatos?

Como no tenemos perro, tendríamos que decirle la verdad y preferimos ahorrarnos ese tenso momento. El hecho es que cojo su zapato izquierdo y lo miro un poco asombrado. Si hubiera que hacer un parte para la aseguradora necesitaría varias hojas. No sabía que se le pudieran hacer tantas cosas a un zapato. De lo que veo, lo que más me llama la atención es el agujero que tiene en la puntera y por el que saco un dedo que parece un gusano. La puntera está desgastada y tiene más arrugas que la frente de un filósofo viejo, la tira que se pega al velcro se ha separado en dos partes, el hilo está roto y el agujero, ahora que me fijo, parece una pequeña boca.

Con siete años, el consejo que les das, sobre todo después de ver el agujero, es que tienen que cuidar las cosas, que tienen que durar, que cuestan dinero, que no puedes comprar un para cada semana, que son parte del uniforme, que no es normal que acaben así, que no puede hacer tanto el bruto, que tiene que aprender a caminar de otra forma, que debe ajustárselos mejor y que debe mirar dónde pone el pie.

Todo eso le dices, pero en el fondo se resume en algo que piensas y que te tienes que callar : eso es, desgástalos, aprovéchalos.

-Pues iré al Carrefour a por el cuarto par – me dice María.

Aquí tengo el zapato. Hoy ha sido su último día. Si me lo acerco a oído, como una caracola, seguro que se escuchan los gritos y las risas del recreo.

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