martes, 17 de julio de 2012

La venganza del agujero negro



La venganza del agujero negro : El sol viene a relajarse un poco. Me reconoce que odia el verano. Le ofrezco algo para beber. Lo evaporo, me dice. Claro. Qué envidia de helados, añade. En cambio la luna, la luna lo prueba todo porque la noche es peligrosa, me dice. Por eso estará pálida la luna, le digo. ¿Quieres que te caliente algo?, me pregunta. Ya que estoy aquí. Lo pienso. No se me ocurre. Me haría una foto con él, pero es posible que derrita también la cámara. Cuento los años que me quedan para convertirme en un agujero negro, dice, las ganas que tengo de dejar de brillar y comerme todo lo que he visto y no he podido probar. ¿Entonces qué, le pregunto, los agujeros, en el fondo, quieren recuperar el tiempo perdido?. El sol asiente. Pero me queda bastante para convertirme en un agujero negro, me dice. Coño, quién me lo iba a decir : el sol, en mi terraza, charlando. Todos mirándole a través de ridículos cristales tintados y yo con él, de tú a tú. Os puedo confirmar que el sol es simpático. Miramos a la gente que se baña en la piscina. Hablamos de los fichajes del Madrid (confirmado, es del Madrid). Da su receta para romper el terrible vínculo entre estados y deuda soberana. Me cuenta un par de cosas sobre la derrota de Napoléon y cómo sudaba el tipo ese que anunció la victoria en la batalla de las Termópilas (Me confiesa que cogió un atajo). Básicamente, me dice, os repetís un montón. Me asomo cada mañana a ver qué se os ha ocurrido y siempre decepcionáis. Bueno, bueno, trato de corregirle. Hemos inventado el salmorejo y al comisario Adamsberg. Asiente, pero no muy convencido. De repente mira hacia arriba : la nube empieza a alejarse con el paso de un ejército agotado. Se me acaba el descanso, me dice. Espera, espera, le freno. Me voy a la cocina y vuelvo con unos filetes de pollo y unas verduras. ¿Me lo dejas al punto? El sol lo toca todo brevemente con sus rayos, con un gesto con el que demuestra su capacidad de controlar todo ese poder que lleva dentro. Es el auténtico rey. Se incorpora (le suenan un poco las rodillas). Mira hacia el cielo y levanta los pulgares. Un instante después está ya arriba. En un momento de descuido le he hecho una fotografía para demostrar que todo lo contado es verídico, que no es consecuencia de este calor que funde lo que es y lo que puede ser. 

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