lunes, 23 de septiembre de 2013

Una conciencia limpia no necesita puertas




Una conciencia limpia no necesita puertas :

La cena, grito al pasillo.

Para crear una situación inquietante, al final del pasillo Kubrick habría colocado a dos niñas (igualicas), pero aquí, en una casa no muy grande, el truco no habría funcionado porque estamos acostumbrados a encontrarnos a los mellizos por todas partes.

 Lo raro habría sido justo lo contrario. El salón vacío. La cocina. Sus cuartos. Eso es lo que provoca desconcierto. Tan afectados nos deja el tema que en las películas de miedo no nos quedamos tranquilos hasta que aparece el espíritu vengativo de un asesino múltiple que no descansa en paz (pobriño): en el momento en el que los demás gritan nosotros nos relajamos porque el espacio ya está habitado y eso es lo importante.

Uno de los dos está en el baño. Le grito que es hora de cenar. Deberían cerrar la puerta, pero desde que aprendimos en Escocia que el que tiene la conciencia limpia no pone ni cortinas en su casa para ocultarse, aquí hemos dado un paso más allá.

La cena, vuelvo a gritar. 

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