miércoles, 13 de noviembre de 2013

Llevamos en la cartera el capítulo de una gran obra




Llevamos en la cartera el capítulo de una gran obra : Una narración de nuestra vida es la que van haciendo los apuntes en la cuenta. Quizás por eso me cuesta tanto tirar los recibos, porque en ellos hay algo que no termino de ver y al arrojarlos a la basura hago lo mismo con una parte de mí. Si al terminar de pagar a la cajera, una gitana se ofreciera a leerlos y a interpretarlos, la pagaría con gusto porque antes de entender el futuro, conviene ir con el presente un poco entendido.

Nos falta una gran obra que nos enseñe a hacer ese ejercicio, construida con todos los tickets que se van acumulando en la cartera como esquelas de los billetes, como marcapáginas en un libro que no avanza, entre las cartas que se escriben las empresas a través de ti, en una caja que no habíamos comprado con esa idea, en un cajón con los cables de aparatos que ya no tenemos; entre los manteles de la cocina, en el cuenco de las llaves y las monedas de dos céntimos que crecen por sí mismas y en el carro que coges para hacer la compra.

Al llegar a casa hoy, me encuentro ese carro de la compra junto al ascensor. Es caprichoso y aparece cuando él quiere, no cuando tú lo necesitas. Meto la llave en el ascensor y espero. No sé si la proximidad de un carro grande vacío da buena suerte o no. Me inclino por lo primero. Le pediría que me esperara ahí hasta el sábado por la mañana, que es cuando voy a necesitarlo, pero sé que no puede prometerme nada porque va a su aire. Hace bien.

Un carro vacío también sirve para darle sentido a tu vida. No un sentido amplio que justifique la existencia, que mucho sentido es ése. Algo más a corto plazo, adaptado al día: te has levantado para poder llenarlo el sábado. No está mal. Como el ascensor tarda, de lo de la compra y el sentido, paso a pensar en lo de los recibos. Nos vamos deshilachando en esos apuntes.

Sigo cansado: esa gran obra tendrá que esperar hasta mañana.

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