lunes, 4 de noviembre de 2013

Nadie pone orden a gritos en un grupo de pájaros




Nadie pone orden a gritos en un grupo de pájaros : Antes me molestaba que el cambio de hora me quitara ese sol que más hace falta: el que te espera cuando sales del trabajo como esos últimos entrantes que quedan en la fiesta a la que llegas tarde. Ahora, además, me pone de mal humor el frío. Los abrigos son una hora más finos; las mangas, una hora más cortas; las nubes una hora más amenazantes y el viento una hora más persistente.

Me pego a la pared del colegio, pero también la noto fría.

Los que parecen inmunes son los niños que juegan al baloncesto. Van en manga corta y no veo a ninguno quejarse. Hay muchos. Sería difícil contarlos porque son como esas bandadas de pájaros que se agrupan, se rompen y vuelven a unirse, como un latido de alas. Los balones de baloncesto botan, vuelan, cambian de manos en un caos de pura energía que reconforta. Las profesoras insisten en que, pero nadie pone orden a gritos en un grupo de pájaros.

Sí que está fría la pared. Todos los focos están encendidos, todos. Bien por los de mantenimiento. Una bombilla apagada habría sido la puerta por la que se habría asomado algún pensamiento negativo o por la que se habría escapado esta sensación de que, a pesar del frío y de la oscuridad, algunas cosas están en orden. 

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